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En el año 1999 la revista The Economist describía a Alemania como “el enfermo de Europa”. Alemania se enfrentaba a problemas económicos por la reunificación. La reforma de mercado laboral y otras, acometidas por el canciller Gerard Schroeder dieron solución al problema. En 2014 Alemania volvía a ser la superestrella de la Eurozona.
Una década después se vuelve a hablar de Alemania como el “enfermo de Europa”. Alemania lleva dos años consecutivos de recesión: 2023, caída del PIB del –0,3% y 2024 del –0,2%. ¿Qué problemas estructurales condicionan la Economía Alemana?
Alemania ha invertido poco en infraestructuras, las estructuras de transportes como el ferrocarril están obsoletas. Los retrasos y las inadecuaciones están a la orden del día. En cuanto a infraestructura tecnológicas el retraso aun es mayor. De 38 países seleccionados, Alemania ocupa el puesto 34 en despliegue de fibra óptica muy por detrás de países como España Alemania padece una infrainversión en infraestructuras públicas debido al “freno de la deuda pública” recogida en la Constitución que marca un máximo para el déficit público anual del 0,35% del PIB. Hace una década Alemania tenía la energía más barata de la Eurozona, debido al acuerdo preferente con Rusia de suministro de gas y petróleo. La guerra de Rusia con Ucrania ha cambiado el escenario energético. La dependencia energética de Rusia resultó ser un error estratégico a medio plazo. Alemania ha tenido que sustituir el gas ruso por gas licuado de otros proveedores como EEUU, mucho más caro. La factura energética ha golpeado la competitividad del sector manufacturero, clave para el crecimiento de Alemania vía exportaciones.
Otro de los grandes errores estratégicos ha sido, el cierre de las centrales nucleares, que está penalizando a la industria y dificultando la transición energética. Esta decisión está revisándose.
El modelo productivo alemán esta poco diversificado y excesivamente dependiente de las exportaciones. Está orientado fundamentalmente a la ingeniería mecánica, a la producción de automóviles y a la industria química. Las exportaciones han sido el primer motor del crecimiento de Alemania. China y EEUU eran su gran mercado, hoy son sus grandes competidores. Las dos grandes crisis globales han dañado las exportaciones alemanas y han puesto en evidencia el inconveniente de un modelo productivo excesivamente centrado en las exportaciones.
Una insuficiente inversión y exportaciones se unen a un consumo de los hogares, que ante la desconfianza de los ciudadanos, no logra despegar. El ahorro es alto.
Uno de los mayores errores estratégicos es que Alemania se ha quedado al margen de la revolución digital, cuyos principales protagonistas son China y EEUU.
La lentitud y el exceso de burocracia daña la competitividad de las empresas alemanas.
Es una gran debilidad. Más de 200 profesiones no logran cubrir sus vacantes por insuficiencia de mano de obra cualificada.
A todo a esto tenemos que añadir la falta desconfianza de los ciudadanos en sus instituciones y en el Gobierno.
Las próximas elecciones del mes de febrero tendrán que dar respuesta a todos estos problemas estructurales con reformas estructurales, para que Alemania pueda seguir siendo la locomotora de Europa.
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