La política española da el espectáculo
Dócil, ciego y sordomudo
En este simulacro de país, donde ya hasta decir una obviedad, según una parte de la sociedad (que, por cierto, se define mucho -y no muy bien- a sí misma) es “crear odio”, contar una realidad es deporte de riesgo. Aquí, desde hace tiempo, no todos juegan con las mismas reglas y en este rinconcito de España, siempre pisoteado por unos y por otros (ni uno puede sacar pecho, ni uno), sabemos muy bien lo que es un desprecio sistemático.
Como de momento sigue habiendo cierta libertad de expresión para hablar de fútbol se puede decir que a mí me pareció que el Recre hizo un partido más bien desastroso en Mérida al mismo tiempo que se debe señalar que al Decano le birlaron, ya en el primer partido del año -manda narices, otra “casualidad”- un penalti a favor y que el 2-0 y el 3-0 del rival estaban precedidos de fueras de juego; a eso se le suma alguna otra decisión incomprensible (lo de aquella contra parada para sacar una amarilla fue sonrojante). Vamos, que al Decano le masacraron, les guste o no a los ‘bienquedastiñerrealidades’. Jugó un pimiento en muchos momentos y lo pagó caro pero le robaron la cartera y hasta las ruedas de su autobús, sí. Lo de los 3 goles finales... Miren, olé las narices de los nuestros por algo histórico; yo estuve allí y aún no me lo explico; mis cuerdas vocales y la de los otros 499 presentes creo que tampoco lo han asimilado aún.
Al Decano, para mí lamentablemente cobarde en ese sentido y muy pequeño como club estos tres años, TRES SEGUIDOS, de ‘casuales’ fallos arbitrales continuos y tratos vergonzosos a sus jugadores y técnicos, le voy a dar la solución para corregir tanta casualidad fortuita en contra, porque lo tiene fácil: que mande, durante veinte años, sobrecitos con premios dentro para que el adjunto Rubinós Pérez o los ‘vices’ González Vázquez, Lizondo Cortés o Lesma López le realicen ‘informes arbitrales’ (¡ja!). Que sus dirigentes apoyen un golpe de estado; que obliguen a los políticos de esta tierra -que tampoco destacan en valentía- a que se salten las leyes, se inventen la Historia (eso gusta mucho a algunos, ya saben) y exijan para los albiazules y para Huelva privilegios que jamás tendrán otros. Hacer esa barbaridad funcionaría, porque además, no le iba a pasar nada; que yo lo sé, que yo lo he visto. Y usted también lo ha visto y comprobado, porque es una realidad que se constata año tras año; otra cosa es que prefiera maquillarla, justificarla o, simplemente, no quiera verla.
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