Examen de conciencia y resistencia bajo la terapia de la permanencia

El Recreativo no encuentra el menú saludable porque la carta a degustar de cada jornada se le atraganta de tal modo que no le da tiempo a saborear ni siquiera el primer plato haciendo una similitud gastronómica. Y es el cambio de jefe abrió el apetito en el entremés con el picoteo de los puntos de la cata bajo el impulso instintivo que lleva para satisfacer el paladeo de los deseos, pero el hecho de sumar 5 de los 12 puntos en juego ha frenado de nuevo las expectativas optimistas porque el equipo es incapaz de romper sus registros negativos fuera (único de la categoría) y sigue en agonía con 18 de 22 jornadas abajo hasta ser siete veces colista.

Y no es necesario poner excusas de mala suerte, tampoco culpar a los árbitros, ni siquiera la situación institucional. El Recreativo se consume en su propia ejecución. Íñigo Vélez, como cualquier técnico que llega a un equipo y más si es de la influencia del Decano, se presentó con la maleta llena de confianza y optimismo con halagos a la calidad de la plantilla para conectar con el reto y los jugadores bendicen su cambio de sistema, luego esperó un cierre de mercado de más profundidad en la delantera y tras perder su primer partido en Alcorcón se da cuenta de la realidad de pelear mucho y hacer las cosas bien para salir del fondo ajustando el bloque.

Así son los análisis y reflexiones en este mundo vicioso del fútbol. También es bueno pensar atenta y detenidamente sobre el problema para sanar por dentro y por fuera. El Recreativo cada vez está más obligado a ganar con la presión de testigo y afronta ante el Villarreal B otra jornada al límite reducida la intensidad del “efecto” Íñigo Vélez. El filial amarillo lleva cuatro meses sin perder fuera y es el rey del empate (12) con tres puntos por encima, ha dado cinco bajas y se refuerza con dos delanteros en enero. Examen de conciencia y de resistencia bajo la terapia cuando el objetivo es la permanencia.