La hegemonía del dólar cuestionada

Tribuna Económica

20 de febrero 2025 - 03:06

Hace un siglo que el dólar desplazó a la libra esterlina como moneda de referencia en los intercambios comerciales y financieros a nivel mundial, pero el gran impulso hacia la posición hegemónica que todavía disfruta lo recibió en la Conferencia de Bretton Woods de 1944, en la que se establecieron las bases del orden monetario internacional que perduró hasta 1971. La postura británica, defendida por Keynes, planteaba la creación de un órgano internacional de compensación (International Clearing Unión) con capacidad para emitir una moneda, el Bancor, vinculada a las más poderosas de la época, que debería convertirse en la de referencia mundial. Triunfó la tesis norteamericana de hacer del dólar la moneda reserva internacional convertible en oro y con cambio fijo frente a las demás.

Nixon suspendió la convertibilidad en 1971 y el sistema se vino abajo. Muchos países decidieron dejar flotar libremente su moneda, pero el dólar mantuvo su hegemonía sobre la base de una única razón: la confianza en su estabilidad, soportada por una economía lo suficientemente poderosa como para proveer al mundo de la liquidez necesaria y controlado por una Reserva Federal blindada frente a presiones políticas. Pero la confianza es un concepto impreciso que se basa en la predictibilidad del comportamiento en un escenario tan volátil y caprichoso como el futuro.

El anuncio de Trump y su entorno de inmiscuirse en la gestión de la política monetaria de la Reserva Federal supone una amenaza a la confianza en que un dólar plegado a los intereses exclusivamente norteamericanos pueda seguir prestando al resto del mundo el mismo servicio que hasta ahora. Una situación delicada, en la que hay que acomodar la convicción de que la nueva Administración no va a renunciar a las extraordinarias ventajas que la hegemonía de su moneda proporciona a su país.

La primera y más evidente es que Estados Unidos no está tan expuesto como el resto a la eventualidad de una crisis cambiaria. También está la ventaja del señoreaje (diferencia entre el valor de la moneda creada y el coste de crearla), es decir, de la posibilidad de crear dinero, que se traduce en un aumento del poder adquisitivo.

En tercer lugar, permite a ciudadanos y empresas estadounidenses evitar los inconvenientes de las fluctuaciones en el tipo de cambio en sus ventas y adquisiciones en el exterior y lo mismo puede decirse de los que se endeudan en dólares. Pueden hacerlo no solo más fácilmente porque sus títulos son ampliamente aceptados, sino también a menor coste. Hay estimaciones que apuntan a un 1% inferior, que aplicado a los bonos del tesoro en circulación supone un ahorro público anual cercano a los 80.000 millones de dólares en intereses.

La condición de moneda refugio también puede suponer una desventaja. En tiempos de crisis, la incertidumbre provoca la demanda de títulos emitidos en dólares en Estados Unidos, elevando su precio y reduciendo el interés. Esto supone un valioso estímulo contra el ciclo, aunque también podría convertirse en inconveniente en tiempos normales si, como es frecuente, la entrada de capital provoca una apreciación de la moneda que perjudique su competitividad.

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