Cada jornada no es un partido cualquiera por su relevancia

El refranero español está lleno de frases expresivas: “Mal de muchos consuelo de tontos”, según la situación de la Primera Federación grupo 2. Y es que entre el playoff de ascenso y el fatídico descenso solo hay seis puntos de diferencia, que marcan Ibiza (19) y Alcorcón (13), dos teóricos aspirantes al retorno del fútbol profesional. Y el Recreativo (12) vive sin vivir en sí mismo con sensaciones agridulces y engullido en sobredosis de amargura y decepciones dando pasitos cortos metido en el agobio sin dar el paso largo definitivo que le posicione entre la seguridad y la confianza, pero hay que hacer mucho más sobre el campo y de momento en el análisis de rendimiento de la plantilla no le llega para el impulso de estabilidad, que es fiel reflejo del quiero y no puedo.

La dura realidad, que duele al recreativismo, es que si vislumbra la reacción nunca se afianza la misma con las limitaciones demostradas por un bloque sometido al tran tran en este primer tercio liguero. Esfuerzo, trabajo, ilusión... en teoría lo tienen todos los equipos durante la semana, que no comulga con la práctica de cada partido. Abel Gómez lo prueba todo, pero siempre aparecen resquicios para derrumbar la pizarra táctica como no ocupar mejor los espacios, líneas más juntas con presión y despliegues rápidos con apoyos en ataque, sin dejar aislado el trabajo exclusivo del único punta.

El Hércules dispone de un presupuesto entre los diez más altos y ha roto una racha negativa de cuatro partidos (incluido eliminación copera) al ganar en el aplazado al Marbella, igual que todos los rivales tratará de “hacer leña del árbol caído”. Y para la afición recreativista es una ofensa cargada con rabia porque observa a su equipo acojonado, sin intensidad y bloqueado sin identificarse con un patrón definido visible. El Decano instalado en la zozobra tiene que acostumbrarse a las victorias como causa-efecto para evitar la depresión y el pánico.