El parqué
Jornada de caídas
Hay un hilo muy curioso en el otrora Twitter titulado No se podía saber. En él se deja en evidencia la excusitis de los políticos ante el tsunami que venía por el COVID-19 y sus acciones/inacciones, justificando ellos que las decisiones tomadas y no tomadas fueron tales porque “no se podía saber lo que iba a pasar” con la evolución de la cruel pandemia. En ese hilo, el periodista y tocayo Del Álamo recopiló, en apenas unos días, decenas de avisos, varios meses precedentes a que todo estallara, de organismos, medios, especialistas, etc., que advertían del agravamiento de las consecuencias si no se tomaban medidas preventivas tan impopulares como necesarias. Ese trabajo no lo hizo ni un adivino ni un premio Nobel, sino un simple plumilla. O sea, que si él pudo igual otros más responsables que él pudieron hacer más, se deduce. Luego pasó lo que pasó. Esto no va de criticar -que también- al gobierno de turno porque aquí fueron todos, incluidos ayuntamientos y comunidades autónomas de todos los colores, los que se aprovecharon de la anestesia y del miedo del pueblo con obligaciones y prohibiciones abusivas y ridículas para disimular que estuvieron silbando cuando todo se cocía. ¿Recuerdan eso de la benevolencia de sólo una horita al día en la calle, o de que un tipo con casa a pie de playa no pudiera ni acercarse a la orilla del mar, o lo de ir con mascarillas al aire libre para quitárnosla luego dentro de un bar, o estar prohibido ir en un coche con miembros de tu propia familia, o no poder ir al tanatorio a despedir a un ser querido mientras los platós de las televisiones estaban a reventar… y demás? No sé usted, pero yo no olvidaré jamás lo que perpetraron los partidos de, absolutamente, toda índole.
Perdón por la absurda analogía y entiéndanla ésta en su nimia escala de importancia con lo anterior, pero lo del Decano de ahora es lo mismo. No se podía saber que sin los refuerzos adecuados en las posiciones adecuadas nos costaría ganar igual que antes. ¿Con el parásito aún por medio no se podía fichar? Pues que lo hubieran quitado antes o hubieran fichado a pesar de él. No se podía saber que otro arbitraje sería decisivo birlándonos un penalti y con una expulsión muy dudosa: cuatro temporadas de decisiones deportivas criminales de los colegiados en nuestra contra en nueve de cada diez partidos y sigue la cobardía y servidumbre de los dirigentes. Me sigue intrigando qué recompensa tendrán. No se podía saber que o despertaba la grada hace tiempo o este equipo se desangraba sin remedio. Aquí nadie es más listo que nadie, pero evidencias como los cansinos mensajes victimistas, derrotistas y pesimistas, el pisteo a nuestra propia historia, vetos de fichajes por puro orgullo dibujaban un final así. El desapego como hace lustros que no se veía con la grada tampoco hizo que ahí dentro nadie pusiera el grito en cielo por lo que sucedía con el mayor patrimonio del club. Ni los indicios inconfundibles hicieron saltar todas las alarmas hace meses. Ahora, con el agua al cuello, ya todo se ve de otra forma, ¿a que sí? Pero claro, es que antes… ¡cómo se iba a saber!
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