José Martínez Olmos

OMS y salud global

Salud sin fronteras

02 de febrero 2025 - 03:07

Hace pocos días conocimos la Orden Ejecutivaque decreta la separación de Los Estados Unidos de América (EE. UU.) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), firmada por Donald Trump en el primer día de su segundo mandato presidencial.

Ha sido una noticia que, aunque esperable porque Trump la anunció en la campaña electoral, supone un importante golpe a los esfuerzos internacionales en materia de salud y una acción con inevitables consecuencias para debilitar la gobernanza sanitaria mundial.

El impacto de la medida se notará negativamente en la salud de la población en la medida que dará lugar a un debilitamiento de las políticas coordinadas por los 194 Estados Miembros que forman parte de la OMS cuya misión fundamental es ejercer como Autoridad Sanitaria Internacional.

La salud en el mundo tiene una distribución muy desigual como consecuencia de los factores determinantes que afectan de manera diferente a unos y otros continentes; la pobreza es el elemento principal que condiciona peor salud. La OMS ha hecho mucho en la lucha por la salud y por la equidad y, aunque es probable que requiera ajustes organizativos para hacerla más eficaz y eficiente, si tras esta decisión de Trump nos queda una OMS más débil habremos sufrido todos los países del mundo un duro golpe.

Además de los numerosos programas que desarrolla la OMS para luchar y erradicar enfermedades prevenibles, las amenazas a la salud global derivadas de la eventual aparición de pandemias como la reciente de la COVID-19 suponen un asunto que hace necesario tener una OMS más fuerte en lugar de una OMS más débil.

Es más, en la actualidad estamos asistiendo al nacimiento de nuevas formas de actuación frente a las enfermedades sobre la base de aplicarla Inteligencia Artificial (IA) en los procesos de diagnóstico precoz y preciso de numerosas patologías, y puede aportar más eficiencia a las organizaciones sanitarias y más calidad a las intervenciones de nuestros servicios y nuestros profesionales sanitarios. El riesgo de que se incrementen las desigualdades entre países y en el interior de la población de cada país es un riesgo real. Evitar ese riesgo requiere intervenciones desde los poderes públicos.

Estos asuntos son responsabilidad clara de los Gobiernos en cada país; de eso no cabe ninguna duda. Pero también es cierto que el abordaje conjunto y coordinado entre todos puede hacer más efectivas las políticas públicas en la idea de conseguir el objetivo de calidad y equidad con parámetros de sostenibilidad.

Es por eso que la decisión de Trump tiene muchísima más importancia y trascendencia para la vida de la gente y para la salud global de lo que a priori pudiera parecer con un análisis superficial. Después del anuncio de esta decisión habría que trabajar seriamente para conseguir rectificar la misma porque, además de las consecuencias a nivel global, la salida de EEUU tampoco va a ser positiva para los propios intereses de Trump ya que es seguro que los científicos y las empresas estadounidenses van a perder protagonismo e influencia, en detrimento de China o de la propia UE.

Necesitamos una OMS fuerte que, además, incorpore reformas y nuevos objetivos a su acción de políticas de salud globales. Ojalá podamos asistir a una marcha atrás de esta inexplicable decisión de Trump. Nos vendría bien a todos los países.

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