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La volatilidad se ha instalado en las bolsas en las últimas semanas, y el inicio de agosto apunta a que nos va a seguir acompañando durante el verano pese a que la principal incertidumbre del mercado desde hace dos años, la inflación, parece definitivamente en vías de resolverse. En este sentido, esta semana la Fed ha confirmado que muy probablemente empezará a bajar los tipos de interés en septiembre, constatando la evolución favorable de los precios y los indicios de enfriamiento del mercado laboral.
Destacamos en primer lugar los factores geopolíticos, con las elecciones presidenciales de EEUU en noviembre que plantean importantes dudas sobre el escenario económico y geopolítico que pueda resultar en función del resultado. Una de las incertidumbres tiene que ver con las relaciones con China, en un momento en que la economía del país asiático está atravesando una fase de crecimiento débil con importantes repercusiones para la bolsa europea. Así, en la reciente publicación de resultados, importantes compañías europeas han revisado a la baja sus expectativas por la debilidad de la demanda china.
Un factor adicional de preocupación de los inversores ha surgido esta semana ante la publicación de algunos indicadores que apuntan a cierta desaceleración en EEUU. Lo que es bueno para la inflación, puede no serlo tanto para la economía, y aunque a medio plazo creemos que las bases de la economía estadounidense son sólidas, a corto plazo los inversores son muy sensibles a cualquier incertidumbre, lo que puede reforzar el sesgo defensivo a la espera de confirmar que la incipiente pérdida de impulso de la economía no se convierte en una tendencia sostenida.
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