El parqué
Álvaro Romero
Tono alcista
POR VERÓNICAS
Ytu sin venir, Fran Banda; y yo sin tabaco que quemar. ¡Que jodido se me ha hecho este pregón, de tanto esperar!. Allí, en ese sitio que asoma desde el banco afuera de ese Paseo Redondo, se ven mejor los nervios de los pregoneros y se escucha fina la banda. Sabes que partitura andan preparando los músicos y además hasta allí jamás llegan los camareros con su bandeja cargada de copas.
Ese rincón es otra cosa distinta. ¿Que el pregón era la excusa?, sí. Pero esa noche a los dos nos gustaba ver como Zalamea se emocionaba viendo llegar su Fiesta; componiéndose para escuchar a los transeúntes explicar cosas de su plaza de toros; piropearla y en cualquier caso quedarte allí como banderillero de confianza, esperando en la tronera, cuando me tocó subirme a esas tablas a enseñar mis nervios, mis ganas y mi afición a tu pueblo. Allí nos buscábamos siempre; conmigo llegando tarde pero seguro de encontrarte con el paquete de tabaco fumándote el momento como zalameño enamorado de tu feria y como aficionado.
Es verdad que se han marchado otros amigos; que la cuesta es más trabajosa porque hay que gestionar los recuerdos y los ratos. Más en ese rincón donde apenas llega la luz tenías que haber estado. Al menos tú, tenías que haber estado.
Porque en ese sitio donde la feria se nos empezaba cada año no estabas Fran y me he tenido que conformar con escuchar el recuerdo de tu voz amiga como cada año de pregón; como cada inicio de feria dejándome claro que la crónica iba a ser en tu casa, atravesando esa trasera del patio nada más terminar la corrida y encontrarme a Rocío, tu mujer; a Curro y Lola sin subirse aún a los cacharritos porque el Huelva Información, los toros, se hacían ese día en tu casa. Con tu gente esperando por mor de esa amistad fiel llevada al extremo de la generosidad sin límites.
Jodido ha estado el rato, Curro. Sin amigo y sin tabaco. ¿Qué esperabas?
Pero te sigo viendo amigo. Te veo en Rocío, en la grandeza y amistad que perdura en tu casa y estoy seguro que te veré entre la inocencia de Curro y Lola, cada vez que la vida se preste.
La feria, bien. Puede tener su ángel; Ya leerás en los papeles todo, cuando todo termine.
Un abrazo, amigo, en este primer pregón sin ti. Desde allí, al fondo a la izquierda se ha hecho entrañable tu recuerdo.
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