Joaquín Aurioles

El turismo que deslumbra

Tribuna Económica

27 de junio 2024 - 03:09

El

Estos datos y otros similares que se omiten para no aburrir en exceso, explican la euforia en el sector, tanto en su parcela institucional como en la estrictamente privada. El enfoque incrementalista en el análisis de la coyuntura se nutre básicamente de la comparación con el periodo anterior, pero tiende a ignorar, de manera irresponsable, los focos de tensión social y económica que se desencadenan en torno a una determinada actividad. Lamentablemente es muy habitual en el debate político, especialmente en el debate presupuestario, en el que la discusión sobre la idoneidad o insuficiencia de los recursos destinados a un determinado programa (educación, sanidad, inversiones investigación, etc.) se limita con frecuencia a la comparación con la cifra del periodo anterior.

En raras ocasiones se evalúan las necesidades específicas de las políticas o el empleo final de los recursos y todavía menos se contempla la posibilidad de ahorrar mediante la mejora de la eficacia en la ejecución del gasto. Por el contrario, el principal motivo de crítica a la gestión de los presupuestos públicos suele ser la no ejecución financiera, con independencia del grado de cumplimiento de los objetivos reales del programa presupuestario.

El enfoque incrementalista seduce por su simpleza (cuanto más mejor) y por la fascinación que producen los récords, pero también conducen a conclusiones erróneas e incluso irresponsables. El presidente de Turismo Costa del Sol, Francisco Salado, ha cargado contra los que alimentan la turismofobia parapetado tras una batería de datos positivos sobre la indudable aportación del sector al potencial económico que en la actualidad tiene esta provincia, pero con una argumentación que recuerda a las de otros dirigentes políticos y empresariales sobre la construcción, antes del estallido en 2008 de la burbuja especulativa.

También denuncia un nuevo intento de la izquierda más radical de cargar contra el sector, siempre en el punto de mira de sus críticas por no se sabe muy bien que oscuras razones, pero ignora por completo el papel del turismo en importantes conflictos ciudadanos como los de la vivienda y el agua. Lo chocante es que los poderosos argumentos defensivos de Salado pueden ser fácilmente replicados en la demanda de una tasa turística o de una ordenación autonómica de la vivienda turística que ayude a definir un modelo y a poner coto en el caos en la convivencia que esta actividad provoca en algunas zonas.

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