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Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La España del chantaje
La ciudad y los días
Un país en el que leen titulares como este: “100 días de la dana: la imposible normalidad con 4.660 ascensores sin funcionar. Los damnificados asisten a las tensiones entre los gobiernos autonómico y central, reclaman entendimiento para la reconstrucción y piden más ayudas y celeridad”. Un país en el que leen titulares como este: “100 días de la tragedia: el Gobierno abona solo una octava parte de las ayudas para los afectados por la dana. De los 16.600 millones prometidos a los afectados, solo se han adjudicado dos”. Un país en el que leen titulares como este: “La lucha por regresar a casa tras la dana 100 días después. Cientos de afectados siguen viviendo en casas de familiares ante la falta de ayudas para volver a las suyas o la insuficiente oferta de viviendas públicas”. Un país en el que leen titulares como este: “Se cumplen 100 días de la dana: el Gobierno solo ha pagado el 13% de las ayudas prometidas y la Generalitat, el 38%. El 80% de las ayudas contabilizadas por el Ejecutivo corresponden a las compensaciones entregadas por el Consorcio de Seguros”. Un país en el que leen titulares como este: “Se cumplen 100 días de la tragedia en Valencia: Ha fallado todo el sistema”...
Un país en el que se leen titulares como estos es evidente que tiene muchos y graves problemas. Impropios de una democracia madura en un país desarrollado de Europa Occidental. Un problema de grave y culpable ineptitud del gobierno autonómico y del gobierno central. Un problema de descoordinación entre ambos que remite al de las a veces confusas delimitaciones entre competencias. Un problema, que agrava los anteriores, de enfrentamiento entre ambos gobiernos, al ser uno del PP y otro del PSOE, lo que suma a la ineptitud la bajeza, propia de la política más rastrera, de utilizar la tragedia como arma.
Cuando Sánchez visitó Paiporta tras la catástrofe tuvo que ser evacuado tras recibir insultos y pellas de barro (los reyes, que también lo sufrieron, no huyeron). Y no ha vuelto a poner allí un pie, ni siquiera cuando regresó a Valencia 81 días después. “¡Asesino!” le gritaron a Mazón cuando en enero visitó Benetússer y “Mazón asesino” se gritaba y escribía en pancartas en una reciente manifestación en Valencia. En ambos casos, una muestra de la frustración y la justa cólera de quienes se sintieron y se sienten abandonados por los gobiernos autonómico y central.
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