El balcón
Ignacio Martínez
Negar el tributo y lucir el gasto
En su libro “Diálogos sobre el mando”, André Maurois, el excepcional novelista, biógrafo, ensayista e historiador francés, escribía. “el jefe no manda por lo que representa sino por lo que soluciona”. A la vista de la deplorable situación por la que pasa el gobierno de España, vemos que manda como puede y con respiración asistida, es decir con la ayuda de quienes mantienen a duras penas su gobernanza por sus propios intereses, en ocasiones espurios y bastardos, pero no soluciona y para mayor extenuación ha llegado a una situación verdaderamente alarmante sobre su supervivencia. Por eso, aunque algunos celebren que por fin la presuntramente prestigiosa revista británica “The Economist”, haya revelado la más realista pulsación de la política española, acusando al presidente Pedro Sánchez de comprometer la democracia en España para mantenerse en el poder, calificándolo como un “estratega astuto y despiadado que desde las elecciones de julio de 2023, ha optado por alianzas con partidos independentistas en lugar de formar una gran coalición con el Partido Popular” como prefieren muchos votantes, particularmente pienso que muy tarde ha advertido la publicación tan evidente circunstancia.
Y todo ello antes de que sobreviniera toda esta tormenta desatada por las investigaciones de la UCO (Unidad Central Operativa) sobre toda una cadena de presuntas corrupciones, diversas causas y sus complejas tramas que complican las distintas sospechas que recaen en el propio presidente, sus ministros y colaboradores más cercanos. Y todo ello envuelto en la ocultación y la mentira obedeciendo a la legión de asesores instigando a la falsedad como el nuevo jefe de gabinete del presidente sosteniendo que las bondades del “engaño” son el instrumento modernizador de la vida política mientras lo perciba el ciudadano, como recordaba recientemente. Buena prueba de ello fue la sarta de mentiras de la portavoz del gobierno tras el consejo de ministros de la semana pasada, que corroboró con una nueva versión distinta de la famosa visita de la vicepresidenta venezolana Delcy, a la que se invitó en una carta que firmaba el ex ministro Ábalos, ¡con 27 faltas de ortografía!, como si fueran pocas las 6 que dio el propio Ábalos y el mismo presidente del gobierno en sede parlamentaria. Y en lugar de explicaciones la guardia pretoriana de los ministros repitiendo como papagayos amaestrados lo que les dice su número 1.
Y cuando no la mentira es la ocultación solapando esta penosa realidad por aquellos que han aprovechado el error del PP en la votación para la reducción de penas de los etarras, ensañándose implacablemente a nivel nacional por los serviles corifeos mediáticos del gobierno y aquí en Andalucía por los nostálgicos del anterior régimen que durante casi cuarenta años perpetró vergonzosas corrupciones, como si las torpezas del PP, que conocemos de sobra, pudieran enmascarar la artera trampa del gobierno para ganarse el voto de los herederos de ETA.
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