Envío
Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia
Murió hace una semana. La noticia me llegaba de noche, fría y desolada, como suelen llegar ahora las noticias en el what-sapp. Breve y luctuosamente concisa y lacerante, con el escalofrío que te acongoja y estremece: "Mazagón está de luto. Alonso ha muerto". En Mazagón todo el mundo conocía a Alonso. Formaba parte de su historia, era su misma historia, la historia viva de esta zona privilegiada de nuestro litoral. Varias veces escribí aquí sobre él, conocedor aventajado de sus parajes singulares. Porque él, fundido en la misma Naturaleza, que fue maestra en su vida y en la que se había desenvuelto su trabajo y su denodada dedicación, fue uno de los más destacados artífices del Mazagón que hoy vivimos y disfrutamos. Así era Alonso Martín Díaz, el "viejo campesino", como a él le gustaba llamarse. Así titulaba sus memorias, publicadas hace unos años, -profusamente ilustradas y documentadas- que eran el emocionado testimonio, el mejor vestigio de esa decisiva evolución que vivió este territorio que tan bien conocía y amaba. Adversas circunstancias, como las que afectaron a tantos otros, determinaron su traslado a Mazagón y transmutaron su situación social, obligándole a trabajar duramente siendo un niño y a identificarse con la naturaleza que fue el eje vital de su existencia. En largas conversaciones me contaba como este precioso enclave costero, al que sus pueblos matrices ignoraban - aún siguen así-, fue objeto de trascendentales cambios, cuando el Estado adquirió estas tierras incultas emprendiendo una inmensa repoblación forestal, que dio trabajo a muchas familias y fijó las dunas, repobladas con intensos trabajos de desmonte y plantaciones diversas. Hace algunos años Medio Ambiente requirió de Alonso, antiguo guarda forestal del Estado, de su extraordinaria experiencia y su mucha sabiduría acumulada a lo largo de los años, sobre estos lugares, para la localización de pinos centenarios y lagunas abundantes en este territorio de Mazagón.
Alonso me hablaba de los viejos y hermosos pinos, copiosos y fragantes en toda la costa, el del Parador, Del Conde, Pajarito, Tío Juan, Calderas, de Galé, el Majar, "el más bonito", según él… De las lagunas de agua dulce según las lluvias invernales, más de un centenar en esta zona, especialmente al oeste de Mazagón: las de Palos, las Madres, cuyo caudal procede del arroyo Madre del Avitor, la primera de Palos, la Jara, de la Mujer… y al este las de Moguer, cerca de la Tres Rayas, la Carrizosa, de las Pajas, Cinco Pinos, Valluncosa… De su abandono se lamentaba Alonso, dicho sea de paso.
Notamos muy sensiblemente su ausencia este verano y le echábamos de menos, sobre todo cuando por las mañanas, a menudo, coincidíamos a la hora de recoger el Huelva Información, del que era asiduo lector. Mazagón le debe un cálido y merecido homenaje de reconocimiento y gratitud. Ya tiene el de nuestra memoria, de nuestro entrañable recuerdo imperecedero.
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