Atarlos en corto

30 de mayo 2024 - 00:30

Llevo muchos años en este mundo de la información desde distintos aspectos y medios de comunicación. En esta larga experiencia – cuarenta años en la opinión y la crítica cinematográfica en este periódico, veinte años tiene esta columna que se publica todos los jueves – jamás he tenido ningún problema con los directores de los diferentes medios en los que he trabajado – radio, prensa y televisión local – con respecto a la libertad de información, de libre expresión y del servicio al oyente, al lector o al telespectador y su inviolable derecho a ser informado libre e independientemente. Y todo ello desafiando – a veces de forma muy temeraria – a las imposiciones del sistema, al peso ominoso de una férrea censura a la que había que someter cuanto se difundía o publicaba. El advenimiento de una liberadora Transición y de una manumisora democracia – en la que no hemos conseguido independizar del todo a la justicia – nos permitió con mayor liberación el ejercicio de la información, la opinión y la total y más absoluta trasparencia sobre la acción de gobierno.

Pero todo esto parece que corre peligro y que vienen por nosotros los periodistas. La voz del poder ha elevado su volumen amenazadora, agresiva y hostil sobre los periodistas que no son afines, acusándoles de propagar bulos, desinformación y arrojar fango a diestro y siniestro. Fueron las insinuaciones sobre una regulación de los medios en la carta de Sánchez, tras su famoso retiro, pero es que después hemos tenido unas intimidatorias advertencias. Podemos, dicen, registrará en los próximos días una proposición de ley contra la desinformación con medidas de control a los medios de comunicación con la excusa de hacer frente a los bulos, noticias falsas y “la falta de pluralidad”. Es más Jone Belarra, su secretaria general, desde la tribuna del Congreso insultaba a varios periodistas con nombres y apellidos acusándoles de “mentirosos, corruptos y conspiradores”, afirmando que hay que “atarlos en corto”. Una de los afectados Ana Rosa Quintana, contestaba contundentemente a tan injusta diatriba. Por su parte Gabriel Rufián se apresuró a liderar una ofensiva contra la prensa por las preguntas incómodas que le hicieron.

Este empeño de silenciar a la prensa libre, de limitar la libre expresión y la libertad de información, para la que el ejecutivo parece preparar una regulación, es hipotecar la democracia, atentar contra una de las libertades que mejor la garantizan. Como la tergiversación de los significados y los conceptos, mintiendo una vez más el presidente poniendo en boca de Feijóo lo que no ha dicho, acentuando su inexistente relación con Vox. Hora es ya que el PP acabe con esa rémora, un partido que le hace el juego a los socialistas y ni come ni deja comer, equivocando su discurso. Una pretensión perversa de los partidos de izquierda y los independentistas de matar el espíritu de la Transición, un mito imborrable que permanece en la memoria colectiva del pueblo.

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