La esquina
José Aguilar
Yolanda no se va, se queda
NUNCA es tarde para ocuparse de un acontecimiento cultural de singular relieve para la juventud de una población, para su propia gente y para el propio centro educativo que lo auspicia y fomenta. Sólo hace unos días el singular escenario Convento del Vado de Gibraleón fue marco de una actuación teatral realmente admirable y ejemplar. Para los actuantes era la confirmación en su localidad de un debut, que, como fin de curso, había tenido un precedente notable en el propio Centro. Se producía así la presentación ante el público de este histórico Gibraleón de la nueva compañía teatral Avíateatro que puso en escena el conocido entremés El viejo celoso, de Miguel de Cervantes. Un proyecto inicial que ha querido acercarse al Siglo de Oro español en la obra de un insigne autor de tan especial significado para esta ciudad.
Fueron muchos los espectadores, junto a algunos llegados especialmente de la capital, que llenaban el Convento del Vado y que brindaron su mejor acogida a este proyecto teatral que ha contado desde sus inicios con el apoyo entusiasta del equipo directivo del IES Odiel, así como de un grupo de profesores cuya asesoría en la decoración, la iluminación y el sonido ha sido decisiva. En esta ocasión se ha sumado a esta realización el Ayuntamiento de Gibraleón a través de su Concejalía de Cultura para aportar su apoyo logístico y asesoramiento a este nuevo grupo teatral integrado por jóvenes estudiantes entre 16 y 18 años, alumnos de 4º de ESO del último curso 2009-2010, miembros de esta comunidad educativa que han puesto todo su interés y todo su esfuerzo en el éxito de tan noble empeño. Pero debo destacar aquí como merece, la labor de nuestro entrañable amigo y compañero, Bernardo Romero, profesor de este centro, gran comunicador, prestigioso articulista, crítico de cine y de teatro, experto gastrónomo, cuyos libros, entre otros de distinto género, han sido notablemente reconocidos, y cuya labor en la cultura de Huelva ha sido siempre extraordinaria, noble y desinteresada. Lo sé porque hemos compartido algunos de esos trabajos. Él ha sido forjador de este suceso teatral digno de subrayarse. Como iniciador del proyecto, como adaptador de la obra y como director de la misma, cuya labor reconocieron con calurosos y prolongados aplausos los asistentes a la representación. Carmen Arenas, Cristina López Palanco y Alejandro Montiel, como protagonistas del entremés cervantino, Celeste Ponce, Rocío Ordóñez, Antonio Toronjo e Iván Culebras en el resto del reparto, Mariano Pavón en la coordinación técnica e Irene Pérez como ayudante de dirección de la obra, han sido los artífices de este logro tan trascendental para ellos. Y lo es porque el grupo está empeñado en seguir indagando en el teatro clásico y en la ejecución de versiones y aportaciones musicales propias. Romero prepara la adaptación del Tartufo, de Moliére para el próximo curso, en ese afán de actualizar piezas teatrales de reconocida calidad literaria que ampliará los horizontes de Avíateatro, merecedor nuestra más entrañable ovación con el deseo de las más afortunadas venturas en sus ambiciosos proyectos.
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