La otra orilla
Javier Rodríguez Rodríguez
Sólo el pueblo salva al pueblo
Ayer estuve en dos de las barriadas del Polígono Sur de Sevilla, las Letanías y Murillo, y por la tarde en dos de Huelva, la Hispanidad y Alcalde Diego Sayago. En todo momento me asaltó la triste certeza de que tras más de 40 años de autonomía, tras muchas iniciativas públicas aireadas, nuestras barriadas periféricas siguen sobreviviendo con situaciones sociales y de convivencia de altísima conflictividad, empobrecidas y con el mismo estigma de siempre. ¿Hasta cuándo nuestras ciudades van a estar rodeadas por cinturones de pobreza?
La realidad es demoledora y la hemos denunciado aquí muchas veces. El barómetro de indicadores urbanos del INE ya nos advirtió en 2019 que 12 de los 15 barrios más pobres de España eran andaluces, y desde entonces la situación solo ha empeorado. Es difícil saber dónde mirar para encontrar aire y algo de optimismo, a qué indicador agarrarse para ver si nuestras barriadas salen adelante. Analizo por ejemplo la última política pública puesta en marcha en nuestras barriadas, la denominada Estrategia para la Inclusión Social en Zonas Desfavorecidas. Al menos esta propuesta incorpora un elemento interesante, y es la exigencia de que todas las partes que intervienen socialmente en las barriadas aprendan a trabajar juntas; los Servicios Sociales, las ONGs y la Junta de Andalucía. Pero es solo una evolución, no una revolución, y aun reconociendo que todavía es pronto para que dé frutos, me temo que la burocracia y la incapacidad de la administración para adaptarse lo va a dificultar ¡ojalá me equivoque!
Pero esta y las propuestas anteriores quizás se equivocan en el paradigma pretendido. Puede que no se trate de "producir empleo", o de "conseguir menos delincuencia" como empeño, sino de crear comunidades donde la fraternidad, la alegría y el esfuerzo compartido, sean lo esencial. Se trata, más bien, de construir el modelo de comunidad donde queremos vivir y donde queramos que crezcan nuestros hijos; sus calles son sus espacios referenciales y las relaciones que se establecen en ellas, incluso su marco físico, les marcarán de por vida. Ahí nos lo jugamos todo.
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