José Antonio Vieira

Calles

Desde mi esquina

04 de marzo 2015 - 01:00

LA hermosa historia de Huelva no sólo la encontramos en las páginas de los libros, sino en los testimonios y en los quehaceres diarios de muchos buenos onubenses, quienes lucharon por esta tierra a cambio de nada. Es muy triste que en Huelva, las nuevas generaciones de onubenses desconozcan, hasta cotas escandalosas, a personas que entregaron sus vidas por esta ciudad. Algunos, casi pidiendo perdón, tienen rotuladas con sus nombres calles en lugares poco frecuentados por los ciudadanos, como el caso del historiador y gran cofrade D. Diego Díaz Hierro o el olvidado y desconocido D. Cristóbal Dorante (qué lástima que nos estemos olvidando de él este año dedicado al quinto centenario de la Parroquia de la Concepción), quien tiene su calle en un lugar que ni los GPS la encuentran. En fin, así somos en Huelva. Parafraseando a Lope de Vega, Huelva es en muchas ocasiones madrastra de sus buenos hijos. En el nomenclátor de las calles de Huelva, es cierto que encontramos el nombre de titulares de nuestras hermandades, pero la verdad es que hay pocas, por no decir ninguna, dedicada a cofrades por la simple condición de ser eso: cofrade de Huelva. La piedad popular ha dado importantes hombres y mujeres, quienes dejaron sus vidas en pro, no sólo de sus hermandades sino de nuestra Semana Santa en general. Aquí se me vienen a la memoria muchos nombres de cofrades de Huelva, que bien podrían tener rotuladas una calle por todo lo que lucharon por engrandecer la tradición religiosa que más mueve en nuestra ciudad. Ahora, pónganse los nombres que cada lector desee. Huelva es así. Ya decía hace unas semanas que Huelva es muy poco dada a agradecer a un onubense cuando hace algo por Huelva. Dedicar calles a titulares de nuestras hermandades está muy bien, pero a la larga eso devalúa la importancia que tiene el que te concedan una calle. Aquí no vale el café para todos, como dicen los políticos. La devoción a unos titulares se fomenta y se potencia de otra manera más seria. Ya me gustaría a mí que aquel humilde zapatero de Huelva, Juan Antonio; sí, el de la leyenda cintera, tuviera una calle en Huelva. Sería una forma de potenciar no sólo la devoción a nuestra Patrona sino de dar a conocer la bella historia cintera; o que Cristobal Dorante, verdadero artífice hace quinientos años de la Parroquia de la Concepción, tuviera una calle más céntrica y no allende de los límites urbanos. Soy partidario de que nuestras calles estén dedicadas a gente y a cosas de Huelva. Soy partidario de que se dediquen algunas calles a cofrades de Huelva o a eventos importantes de nuestra historia cofrades y religiosa. En todos los pueblos donde se coronó a su Patrona existe una Plaza de la Coronación, aquí en Huelva no y ya es hora de que ésta exista.

Escribiendo estas líneas, como decía, son muchos los nombres que se me vienen de grandes cofrades y muchos eventos de nuestras hermandades, cuyo calado en la ciudad trascendieron a la propia religiosidad popular. Eventos que fueron importantes para la ciudad y lo más grave es que muchos no serán recordados porque no serán conocidos. Los rótulos de nuestras calles son páginas de nuestra historia y muchos cofrades de Huelva escribieron las páginas más hermosas de esta bendita ciudad, y eso no puede caer en el olvido.

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