En tránsito
Eduardo Jordá
Sobramos
Proliferan las aves en la capital onubense, a las típicas palomas se unieron hace unos años las gaviotas, que campan a sus anchas por distintas zonas de la ciudad. Aparte, están las cigüeñas, aves todas ellas que le han perdido el miedo a los humanos y se han adaptado a las condiciones que le ofrece la urbe, intentando conseguir alimento de la forma más fácil posible ante la complejidad de encontrarlo en el medio natural.
La cigüeña vuelve todos los años al mismo nido en la época de cría y aunque el que coronaba la espadaña de la Catedral de Huelva ya no existe, pues fue retirado hace dos meses, se han vuelto a ver ejemplares revoleteando por el lugar, depositando en la cubierta del templo pequeñas ramas con las que poder volver a construir un nido. Las grandes proporciones del anterior y su peso hizo temer al Obispado de Huelva por la seguridad de la espadaña de la emblemática edificación, que data del siglo XVII.
Aquel nido, que formaba parte de la estética de la fachada de la catedral, como un elemento más del conjunto arquitectónico, estaba instalado desde hacía años de forma permanente en la parte superior de la espadaña e iba creciendo a lo alto, debido a que la pareja que lo anidaba le iba añadiendo pequeñas ramas y palos y la altura era tal que casi cubría la cruz de hierro que corona la catedral.
Entre marzo y abril suele tener lugar la puesta de huevos y la pareja de cigüeñas viendo la proximidad de la fecha, ya está centrada en construir un nuevo nido. El sitio, al parecer, lo tiene claro. Ha comenzado con la aportación de material y aún le queda algunas semanas para continuar con su obra. Las aves no entienden de las razones de las acciones humanas, las mueven las leyes de la naturaleza y la fuerza de la costumbre, y con constancia y llevando a cabo aquello que le es innato la pareja de cigüeñas volverá a nidificar en la techumbre de la Catedral de la Merced, es sólo cuestión de tiempo.
Si todo continúa su marcha y no hay nada que lo impida volverá a verse la imagen del nido de cigüeña en la espadaña de la catedral de Huelva. Ya es habitual ver a jóvenes ejemplares caminando por zonas ajardinadas de la ciudad o incluso en espacios en principio inconcebibles como gasolineras, van allí donde pueden encontrar comida y tienen una fuente cerca en la que beber o remojarse, es cuestión de instinto.
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