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Un bluf es un montaje propagandístico destinado a crear un prestigio sobre algo que después se revela falso. He de confesar que el exceso de celo de algunas administraciones y empresas del sector energético para “vendernos” la maravilla que se nos viene encima con el hidrógeno verde en Huelva me “escaman”, y me huelen a eso, a otro bluf, y si encima es hecha a veces por representantes que probablemente no saben de qué va esa tecnología, me echo a temblar.
La certeza es que esto del hidrógeno verde es una manera de almacenar energía rompiendo moléculas de agua con el resultante de la procedente de fuentes renovables aledañas; el gas que se genera es bastante denso y fácil de transportar para después fabricar electricidad, por lo que podría ser un buen sustituto de los combustibles fósiles en procesos industriales. Pero ojo, para ello hace falta mucha electricidad para romper estas moléculas de agua y convertir el resultante en almacén de energía, y por ende hacen falta muchos kilómetros de placas solares o de parques eólicos para generarla, y no olvidemos la gran cantidad de agua que será necesaria para ello. En definitiva, como todos los inventos relacionados con la energía, pros y contras a tener en cuenta para decidir si, cómo se nos vende sin hablar nunca del envés de la historia, esto del hidrógeno verde es la panacea u otro camelo en tiempos de necesaria reconversión.
Hace ya muchos años, en plena dictadura, también se habló de una industria química de gran alcance para el desarrollo de la provincia. Hoy me suena a más de lo mismo, a vender una idea de futuro sin presentar un análisis real de riesgos y beneficios, sin plantear tampoco en Huelva o en otros lugares del territorio español cuál es el verdadero escenario de productividad, empleo y riesgo ecológico que supondrá esta nueva industria. Huelva, con su industria, no es que haya abandonado nunca el furgón de cola del empleo en nuestro país, igual sin industria química ahora sería el turismo o la industria pesquera la principal fuerza tractora de nuestra economía local, ¿Quién sabe?
Creo que más que vendernos sobreactuaciones congresuales y fastuosas inversiones para decir “sí guana”, podrían abrir debates reales donde la transición energética o el impacto en el territorio sean el centro del mismo.
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