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Ignacio Martínez
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Mañana es el día de los santos inocentes. La tradición periodística, durante muchos años, ofrece en los distintos medios de comunicación noticias falsas, uniéndose así a la tradición social de gastar bromas a las personas cercanas: compañeros de trabajo, amigos, familiares, incluso en las televisiones se hacían, y se siguen haciendo, programas solidarios, aderezados con bromas, grabadas con cámaras ocultas en las que caían y caen irremediablemente cantantes, actores, presentadores…
Este día de los santos inocentes conmemora, según la tradición, una matanza, la de niños, de ahí lo de inocentes, cometida por Herodes. Es curioso como una matanza la celebramos con una broma. Esa falta de empatía con unos niños asesinados se sigue dando. Y puestos en esa situación “celebremos” como si de una broma pesada se tratara, la muerte de niños en las pateras que huyen de la miseria; la desnutrición y el fallecimiento por hambruna de tantos inocentes en los países empobrecidos; la muerte de tantos niños, y mujeres y hombres, en las distintas guerras que tenemos entre manos para garantizar los beneficios de las empresas armamentista;, la muerte del planeta, como consecuencia del desarrollismo generador del cambio climático.
Podemos seguir celebrando la desigualdad en nuestro país, en el que casi un treinta por ciento de niños y niñas están en riesgo de exclusión. La cifra total también es una “broma” dos millones doscientos mil: Inocente, inocente… Póngale usted la musiquita. A estos inocentes también podemos unir los ancianos que son arrinconados, las mujeres maltratadas, los discapacitados excluidos, los desempleados de larga duración, los trabajadores en precario, los jóvenes que deben salir fuera, los inmigrantes pobres que son vilipendiados…
Y seguramente habrá más inocentes que soporten las bromas del capitalismo que generan miseria, exclusión y desigualdad. Esas bromas que causan dolor y muerte, que no son un muñeco de papel colgado en la espalda… Hemos celebrado la navidad, el nacimiento de un niño en un pobre pesebre, ese nacimiento debe ser símbolo de un futuro distinto al del dolor y la muerte. En esta navidad deberíamos evitar y luchar contra las “bromas” del hambre, las guerras, la desigualdad, la pobreza y la exclusión. Reflexionemos sobre la celebración del día de mañana para que la muerte de seres inocentes no se siga dando, para que la violencia no tenga sentido, para que la solidaridad sea la norma que nos permita vivir dignamente.
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