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Mikel Lejarza
Toulouse
Contaba Márquez Reviriego el viernes que siempre tuvo como referentes en sus inicios en Huelva a Ramón Garcés, Adolfo Rodríguez y Plácido Bañuelos. Rememora andanzas de aquella Huelva de su juventud, de sus inicios periodísticos, antes de su marcha a Madrid, y aparecen más nombres de la ciudad que han quedado vivos en su memoria, ahora compartida generosamente con quienes se le acercan. Él no lo dice pero también Víctor Márquez Reviriego es un referente para la Huelva presente, que le ha rescatado ahora en un necesario y pendiente homenaje, con el busto que perpetuará su recuerdo junto al Centro de la Comunicación Jesús Hermida.
En una tierra tantas veces perdida, ahogada entre lamentos, es muy necesaria la existencia de referentes que ayuden a marcar rumbo al futuro. Una mirada a los orígenes para no perder el norte.
La calle Presidente Adolfo Suárez es precisamente la que acoge desde hace dos días ese alter ego de bronce del ilustre castillejero, gran cronista parlamentario de la Transición en España y orgullo de su patria chica que le ha incorporado a su pabellón de ilustres.
Justo ahora hace cuatro años de la apertura en Pescadería del Centro Jesús Hermida, único de sus características en España, dedicado al periodismo y a la comunicación, y erigido también en memoria de otro imprescindible que salió de Huelva hacia Madrid para hacer más grande una profesión en una época en la que era tan necesaria.
Estos últimos años se ha ampliado ese reconocimiento al papel también pionero de Huelva en la comunicación con los bustos de profesionales insignes como José Ponce Bernal, de contribución indiscutible en la primera mitad del siglo XX, o Jesús Quintero, genio inigualable por siempre recordado. Y esta misma semana con el de Víctor Márquez Reviriego.
Pocos en Huelva (al menos, no tantos como debería) saben de la importante aportación de Hermida, Márquez Reviriego o Quintero, no ya al mundo de la comunicación en España sino al desarrollo de una sociedad española tan necesitada de apoyos firmes para salir de años de oscuridad y caminar hacia la luz de la democracia sorteando miedos e incertidumbre. Su recuerdo, ante todo en su tierra, debe servir de inspiración y orgullo, una muestra de que no hay límites en una provincia periférica, por más olvidada e incomunicada que esté.
En unos días también llegará otro necesario reconocimiento a Pedro Rodríguez. En su caso, como alcalde, no como periodista, por veinte años al frente del Gobierno municipal de la capital, inmortalizado en la rotulación de una importante vía de la ciudad.
En este mismo mandato de Gabriel Cruz en el Ayuntamiento de Huelva también se rescató a otros dos exalcaldes, José Antonio Marín Rite y Juan Ceada, que nombran una calle y un parque como reconocimiento también a su dedicación de años a la capital onubense.
Pedro Rodríguez, Perico, está feliz por lo que le tocará esta semana. El viernes ya vivió algo parecido cuando acompañó en primera fila a su amigo Víctor en Pescadería. En unos días lo podrá sentir en primera persona, acompañado de su mujer y sus hijas, de sus nietos y amigos. Es la muestra de gratitud de la ciudad a su aportación al desarrollo de Huelva. Como también hicieron Ceada y Marín Rite en años más oscuros, tomando las riendas de una ciudad prácticamente en ruinas, que se ahogaba entre inundaciones y un ambiente gris.
Muchos comentaban el viernes la importancia de que actos como estos se realicen en vida de los homenajeados. A Quintero, su debilitada salud obligó a postergar el tributo que no llegó a ver. Sí lo han podido disfrutar en plenas facultades Márquez Reviriego y ahora Pedro Rodríguez, como hace un mes otro periodista insigne, José María Segovia, al recoger la Medalla de Andalucía, o en diciembre el hijo del escultor Antonio León Ortega, que vio por fin instalado el monumento a su padre en su esquina de Federico Molina con Pío XII.
“Debo y quiero empezar diciendo ‘Gracias’. Es lo obligado y justo, en casos como éste de ahora”. “Así pues, gracias, muchas gracias, muchísimas gracias”. Son palabras del mismo Márquez Reviriego en su discurso cuando en 2008 fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Huelva, otra recompensa necesaria en el ámbito académico para el periodista.
Pero en este tipo de actos, realmente la gratitud tiene la dirección inversa. Porque el agradecimiento de los onubenses es mayor sin duda por la dedicación y el trabajo de quienes se han convertido en referentes inspiradores, en motivo de orgullo de una tierra que puede presumir de sus orígenes. Y que debe aprovechar las enseñanzas que todavía nos dejan, como estímulos para avanzar. Sólo nos queda honrar el legado de todos ellos entregándonos a contribuir al desarrollo de Huelva, que es la que nos une en un sentimiento que no sólo se recoge en una partida de nacimiento. Rafael Terán lo sabe.
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