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HACE un par de semanas se anunciaba el acuerdo de Atlantic Copper y la empresa Arqueohuelva para la recreación definitiva del carro tartésico encontrado en el Cabezo de la Joya en 1971 por Juan Pedro Garrido Roiz. Varias partes de esta excepcional pieza se conservan en las vitrinas de la Sala de Arqueología del Museo de Huelva, entre las que se encuentran las espectaculares bocinas (tapacubos) que adornaban los ejes de las ruedas, con cabezas de fieras salvajes. Esas piezas son uno de los símbolos de Tartessos en Huelva y uno de los tesoros que se muestran de forma permanente al público en la Alameda Sundheim. Y ésta no es la primera pero sí la más ambiciosa de las reproducciones realizadas de este carro de la nobleza tartésica, que estará antes de fin de año para reforzar el valor de los yacimientos de Huelva.
Una gran compañía industrial y una joven empresa de patrimonio arqueológico se han unido para este proyecto que, además, cuenta con el visado de Cultura. Iniciativa privada y colaboración pública. Es el modo necesario para el fomento de la cultura, allá donde la Administración se queda corta. Porque nunca llega tan lejos como nos gustaría, ni tampoco siempre como debería.
Este año sí estamos disfrutando en Huelva de una fuerte apuesta cultural pública, también en el Museo, con la maravillosa exposición Ídolos. Miradas milenarias desde el extremo suroccidental de Europa. Es una iniciativa muy ambiciosa, que pone en el mapa para el gran público a esta provincia y sus yacimientos arqueológicos prehistóricos. Es una oferta de extraordinaria calidad, de fuerte inversión (porque no es coste perdido) y con una gran respuesta de público, también del foráneo, que se acerca estos meses a Huelva para visitarla. Una demostración de que se pueden hacer las cosas muy bien, con contenidos propios y ajenos, pero, en cualquier caso, muy ligados a una tierra que debe seguir explorando su pasado y valorándose por el extraordinario patrimonio que esconde su subsuelo.
En este fabuloso despliegue que se puede ver en el espacio museístico onubense hasta el último trimestre del año se ha sumado también Atlantic Copper para la edición de la guía-catálogo de la muestra, que queda como una publicación científica de enorme valor por la oportunidad que supone este compendio de piezas, sobre todo encontradas en Huelva y en la mitad sur de Portugal, para dar explicación y contexto al desarrollo de la civilización hace más de 5.000 años. Gracias a ese libro de cuidada factura quedará el recuerdo de esta exposición, sí, pero también un manual, ya imprescindible, para conocer en parte nuestros orígenes y profundizar en ellos. Una invitación a investigar más.
Hay que destacar que una gran empresa, industrial en este caso, con tanto en común con esos antepasados que empezaron a fundir metales minerales en esta tierra, se implique en proyectos como estos, interesantes, bonitos y necesarios, para sumar valor al patrimonio arqueológico de Huelva, reconstruir también su huella y sentirse, un poco más, parte de la sociedad onubense. Lo ha hecho recientemente Atlantic Copper también con la isla Saltés y ese libro entre la didáctica y la poesía que estimula un poco más a los onubenses para interesarse, apreciar y defender el pasado que define nuestra identidad.
Pero hace falta más. Y no sólo de una misma empresa. Hay una deuda pendiente con la arqueología en Huelva, cuantiosa y prolongada, y estamos ahora en un buen momento para empezar a saldarla a gran escala, con más actores implicados. Quizá haya habido oportunidades mayores, pero más que lamentar lo perdido hay que aprender de ello, apostar por lo que hay, no a cualquier precio, pero sí implicando a todos con la sensibilidad actual, sobre todo a los que pueden, que cada vez van a ser más.
Esas relaciones público-privadas que abren un camino de colaboración para el desarrollo económico de los territorios tienen también en la cultura un terreno muy propicio para que proliferen. Este ámbito mixto de colaboración es el que debe fortalecerse también en este campo para asegurar un desarrollo cultural, humanístico e identitario a través de la cultura y, muy especialmente, ahora, en Huelva, a través de la arqueología.
La exigencia natural debe corresponder a la Administración pública, sea cual sea, pero tenemos una gran ocasión para lograr la participación de actores privados, arraigados en esta provincia por su actividad económica, pero con un deber moral también de implicarse más en el territorio y entre su gente, entre sus preocupaciones, sus señas de identidad, su pasado y su historia, y los vestigios que han llegado hasta aquí, que nos la cuentan.
A Huelva, ya se ha dicho, le hacen falta espacios expositivos de gran nivel para mostrar su pasado y darle valor. Hay que conservar y potenciar la posición preferente que se presupone a Huelva con Tartessos. Esta provincia no puede permitirse perder una marca de excepcional valor, adelantada por otros territorios en los que sí han visto claro el retorno a todos los niveles de invertir en su exploración. Y ahí la alianza entre la Administración y las grandes empresas que hay en Huelva (y que vienen en camino) debe dar un paso adelante, juntos de la mano, para propiciarlo.
Hay mucho por excavar, por sacar, por estudiar, mostrar y contar. Muchísimo por financiar. De Tartessos, pero también de la prehistoria, que tiene importantísimos focos que necesitan de fondos y atención urgente en Ayamonte, Cañaveral de León y Cumbres Mayores, por ejemplo. Hace falta voluntad y dinero. De la Administración y de las instituciones privadas. Porque el mecenazgo es imprescindible para hacer posible tanto que hay pendiente.
El Cabezo de La Joya sigue esperando una salida acorde al brillo de su pasado, una vez descartados los proyectos urbanísticos. También los de San Pedro, Roma, Mondaca y el Conquero, tesoros identitarios naturales de la ciudad.
El horizonte es extenso en la capital pero también lo es en la provincia. En toda Huelva, el pasado escondido, incluso el descuidado, como castillos y fortalezas semiderruidas, merecen atención y financiación. Invertir, porque su apuesta en Huelva siempre será rentable. No lo duden.
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