Jardín Antiguo

Jardín Antiguo
Jardín Antiguo / M.G.

18 de agosto 2023 - 06:00

Si un malentendido y una buena dosis de inoperancia funcionarial no lo hubiera impedido, desde la tarde de ayer estaría abierta al público en el patio de la Casa Grande, en Ayamonte, una exposición de mis pinturas titulada Jardín antiguo en referencia al poema homónimo de Luis Cernuda, que fue el que puso en marcha el motor de la creación y vino a confirmar que la alianza entre literatura y artes plásticas sigue tan fresca y vigente como en aquellos códices producidos en la Edad Media que crearon este canon de hermandad que ha llegado hasta nuestros días, y que hace posible la fantasía de pensar que estas disciplinas y sus buenas relaciones deberían ser todo un ejemplo de armonía posible, un espejo en el que se miren los políticos que, siendo hermanos de sangre además de vecinos, andan a cañonazo limpio y generando dolor y desgracia por los cuatro costados.

Habrá quien piense que tanto la poética como la ética de toda guerra exigen un claro compromiso político por parte de los que dedicamos nuestro tiempo y nuestras mejores energías a reinventar el mundo a base de pinturas, novelas, fotografías o poemas, un compromiso que suele bascular entre la cruda, sucia y fría realidad de los acontecimientos, y la capacidad de fantasía necesaria para construir con los elementos que produce tanta barbarie bélica una realidad paralela cuyo resultado final, como arte que es, no tiene que ser un reflejo, fidedigno, distorsionado o abstracto, de esa terca realidad que a nadie le debería gustar, pero que no podemos obviar porque es producto del tiempo en que nos tocó vivir y, por tanto, estamos obligados a convivir con ella aunque queramos ignorarla y hagamos oídos sordos a toda la información que genera este conflicto en un mundo tan intercomunicado como el nuestro.

Pero, pese a la debacle emocional y a la frustración que supone para mí, a estas alturas de mi vida, verme en la obligación de suspender en el último momento la inauguración de una exposición que estaba programada desde hacía meses en ese patio dieciochesco colmado de plantas con las que, según lo previsto, habrían de dialogar mis pinturas desde ayer, no quisiera convertir en una vulgar guerra de intereses esta kafkiana contrariedad, porque bastante guerra tenemos ya con esa que, cada día que pasa desde hace más de un año y medio, deja las calles de los pueblos y ciudades de Ucrania infectadas de cadáveres y una total desolación, puesto que no sería ético contraponer la lírica condensada en mis pinturas a la épica de una tragedia sin paliativos que, cuando estrenamos este siglo XXI no era imaginable en el corazón de la vieja Europa. Y porque según dejó escrito don Antonio Machado con toda sabiduría, "la vida es larga y el arte es un juguete (...) y, además, no importa".

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