Movernos... por amor a mi ciudad

20 de septiembre 2023 - 06:00

Estamos inmersos en la semana europea de la movilidad, y además el próximo viernes se celebrará el día internacional sin coche, al que se suma el ayuntamiento de Huelva permitiendo el uso gratuito del autobús urbano (¡buena noticia!) Realmente es una semana perfecta para hablar de estas cosas en la capital onubense, ya que muchos vecinos están concernidos por los atascos derivados del inicio de las obras del puente a Punta Umbría; ante lo cual ya adelanto que creo que no es un problema derivado de una engorrosa obra, sino de ciudades mal pensadas desde hace ya mucho ¿Somos conscientes de lo que perderemos si no adaptamos hoy la forma de movernos mañana?

Llevamos años arrastrando las consecuencias de la concepción de ciudades y la forma de moverse en ellas basadas en postulados del siglo XX, en las que todo giraba en torno a facilitar el tráfico del automóvil privado. Cualquier escolar de primaria ya sabe que eso “es malo”, que debemos primar la calidad de vida y la eliminación de la contaminación, y que se consigue quitando coches de la calle y fomentando el uso de la bicicleta y del transporte urbano. Algo que parecía tan evidente, tan asentado, sufre ahora una contraofensiva basada en la incorporación de una indeseable carga simbólica, la de la reducción de la libertad individual o la de que eso es cosa de izquierdistas. Un calificativo falaz, evidentemente, pero que señalan ya partidos y opinadores de inspiración ultraliberal. Independientemente de esta nueva piedra en el camino, la realidad es que detrás del cambio en ciudades referenciales en cuanto a la forma de desplazarse no ha habido políticas de “izquierdas” ni de “derechas”, sino alcaldes y alcaldesas valientes, enamoradas de sus ciudades. Pongamos por ejemplo los casos de José Ángel Cuerda en Vitoria, por el PNV, o de Odón Elorza, del PSE, en San Sebastián, o Gabino de Lorenzo del PP, en Oviedo. No sé, en el caso de Huelva, si nuestra alcaldesa pasará a la posteridad como la que creó una ciudad verde, innovó en transporte público o conectó las barriadas con carriles bici (de los de verdad), pero desde luego el destino le guarda un hueco en esa ilustre lista.

…Y es que, por desgracia, a estas alturas, para que nuestras ciudades sean transformadas todavía necesitamos de impulsos particulares, no hay una sistemática que nos permita vivir en espacios más saludables y transitables, gobierne quien gobierne. Ánimo.

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