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Había visto carteles del festival de música We Are Humans Fest antes del fin de semana pasado pero, lamentablemente, no había tenido la oportunidad de descubrir el talento musical de Huelva. Felizmente la oportunidad surgió ese sábado 22 de abril y me las arreglé para asistir al evento en las Carpas de la Avenida de Andalucía.
Viviendo en el centro de la ciudad, y la Plaza de las Monjas acogiendo tantos eventos locales, suelo tener la suerte de caminar unos minutos para disfrutar de cualquier feria o festival que tenga lugar. Por eso me horroriza encontrarme caminando más de diez minutos por la tarde para llegar al centro de la acción del finde. Sin embargo, algunos amigos me aseguraron que valdría la pena y decidí sacrificarme por la música. Por la noche, me reuní con unos amigos para tomar algo en un bar de camino (para dividir el largo viaje de veinte minutos) y nos dirigimos todos juntos al We Are Humans Fest.
El tema de la noche era Regreso al pasado, y cuando llegamos el evento ya llevaba un tiempo en marcha. Habíamos decidido de antemano que sería un evento breve. Llegaríamos a la respetable hora de las siete de la tarde, tomaríamos un par de copas, escucharíamos algo de música y volveríamos a nuestras respectivas casas lo suficientemente temprano como para dormir bien. Un plan sensato. En cuanto llegamos y vimos el puesto de comida brasileña lleno de empanadas y coxinhas, supe que nuestro noble plan ya se había ido al garete. Comimos, bebimos y escuchamos buena música. La banda superó nuestras expectativas e hizo especialmente felices a un par de amigos estadounidenses tocando algunos clásicos del rock americano. La declaración de que volveríamos a casa a una hora razonable esa noche quedó en el pasado.
El tema Regreso al pasado me hizo pensar en los festivales de música de mi pasado en Irlanda. En mi país de origen, habría algunas diferencias, pensé. Para empezar, no recordaba haber comido tanta comida latinoamericana. También es probable que la gente hubiera bebido más en el festival si se hubiera celebrado en los fríos países de los que procedemos mis amigos y yo. A este respecto, me di cuenta de que no estaría fuera durante la noche en abril si estuviera en Irlanda, donde ese fin de semana la temperatura cayó a 0°. Sin embargo, aparte de la notable ausencia de lluvia, el We Are Humans Fest me recordó lo mismo que vi en los festivales de música de mi pasado, la diversión de que la gente se reúna para disfrutar de la música bajo una carpa. Esa noche, un poco más tarde de lo previsto, mis amigos y yo nos fuimos a casa y sabía que el camino de vuelta no duraría mucho.
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