Alfonso / Vargas

Objetivo: desestacionalización

Opinión

25 de enero 2015 - 01:00

ES, sin duda, una de las prioridades del sector turístico onubense, como de tantos otros. Esto ya nos alerta de su dificultad. Los periodos vacacionales de quienes trabajan están bastante marcados, sobre todo en nuestro caso en el que el turismo es predominantemente de carácter familiar. El problema es que se va agudizando, como mostraremos seguidamente.

Lo primero es hacer balance de nuestra crisis, que ya es una crisis particular, porque vamos contracorriente de la evolución a escala nacional y autonómica. Parecía que habíamos tocado fondo, pero no, al menos en lo que a ocupación hotelera se refiere.

Cierto es que los turistas que se alojan en los establecimientos hoteleros son una parte del todo, a la que hay que añadir campings, apartamentos turísticos, alojamientos de turismo rural, segundas residencias, alquileres (en no pocos casos sin legalizar), la economía colaborativa (el fenómeno P2P, como el intercambio de casa durante las vacaciones…).

Con todo, puede ser tomada como referencia para medir el pulso del turismo en el destino. En nuestro caso resulta que ese pulso tiene oscilaciones cada vez más pronunciadas a lo largo del ejercicio: esa enfermedad se llama estacionalidad, que ha ido empeorando, como reflejan las figuras que ilustran este artículo.

La situación en este momento es, pues, que más de la mitad de las pernoctaciones tienen lugar en los tres meses de verano, y creciendo.

En suma, nos encontramos ante un destino turístico que sigue cayendo y cada vez con mayor estacionalidad. Es evidente, pues, que los esfuerzos realizados hasta el momento no han fructificado. Por tanto, ante este panorama, ¿cuáles podrían ser algunas de las medidas a tomar? Ante este diagnóstico, ¿cómo combatir esta enfermedad con los medios con los que contamos? Dejémonos de lamentarnos por lo que no tenemos: no nos podemos permitir la inacción.

1.-Lo que no tendría sentido, aunque lo hemos hecho, es seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes.

2.-Existe una brecha enorme entre la promoción y la gestión. Más claro aún, hay promoción (con mayor o menor acierto y recursos), pero no hay gestión: falta coordinación interinstitucional, planificación, definir nuestro propio modelo diferenciador, información para tomar decisiones…falta, en definitiva, un ente gestor del destino que se apoye en otro generador de conocimiento. Mientras no pongamos en orden las piezas del complejo entramado reticular del destino, tenemos muchas papeletas para que la promoción se nos vuelva en nuestra contra como un boomerang, ya que las expectativas del turista no se verán satisfechas. Ahí está nuestra posición relativa a la cola de Andalucía en casi todos los atributos estudiados a nivel oficial.

3.-Si no definimos un modelo diferenciado, lo que nos queda es competir en precios, y eso sería una muy mala apuesta. El problema es que hoy por hoy somos un commodity: el precio es el que manda. Además, la diferenciación pasa por una marca que nos identifique.

4.-Un destino no es sino lo que puedes hacer en un determinado territorio. Sin perjuicio de contar con una oferta de alojamiento competitiva, que la tenemos, la gente se mueve por las actividades que puede realizar en ese lugar, por lo que puede experimentar, por las emociones que va a recordar, por el poso que le va a dejar. En Huelva, por su clima, por su luz, se pueden realizar muchas actividades al aire libre con confort climático durante casi todo el año, pero ¿son conocidas? Oferta existe cada vez más, pero hay que promocionarla bien, o sea, de forma coherente con ese modelo diferenciado que pretendemos crear.

5.-Algo básico para contrarrestar la estacionalidad es aclarar quiénes pueden ser nuestros clientes en esos meses casi muertos que tenemos ahora: sobre todo un turismo senior, que puede jugar al golf aquí cuando en sus lugares de procedencia no puede por razón climatológica, que puede practicar deportes náuticos, que puede disfrutar de nuestro patrimonio y gastronomía…; eventos, convenciones, congresos… Es verdad que no tenemos aeropuerto, pero en realidad podríamos tener dos y a un tiempo del destino al que ese turista está, en muchos casos, acostumbrado. Si le ofrecemos algo realmente bueno, diferente, vendrá: no les importará unos minutos más o menos de transfer.

6.-Apostar decididamente por las nuevas tecnologías, por la innovación y por la creación de un destino turístico inteligente a partir de ese ente gestor propuesto más arriba, de carácter público-privado. Las empresas del sector deben involucrarse más en apoyar el crecimiento ordenado del destino: irá en beneficio de todos. El camino se puede trazar, no es fácil, pero se puede recorrer.

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