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Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia
Los afanes
Zhuangzi fue un filósofo de la antigua China que vivió en el siglo IV a.C. Dejó escrito un libro que lleva su mismo nombre, un libro extenso, una obra moral del Tao que no está tan lejos de la realidad actual, un mundo repleto de falsedades donde damos más importancia a lo que mostramos que a lo que somos en realidad. Pero ¿qué somos en realidad?
Escribe Zhuangzi en su libro: "Un hombre de Song, llamado Cao Shang, fue al estado de Qin como emisario del rey de Song. A su ida, llevó varios carruajes como escolta. Complacido el rey de Qin, añadió a su escolta cien carruajes. De vuelta a Song, vio un día a Zhuangzi y le dijo: -«He estado viviendo en una callejuela de un barrio miserable, tan pobre que para sobrevivir me veía forzado a trenzar alpargatas, y tenía el rostro amarillento y el cuello descamado; eso ha sido a causa de los defectos de mi persona. Pero que, apenas viendo a un soberano de miles de carros, te despidan con una escolta de cien carruajes, eso se ha debido a las grandes virtudes de mi persona».
-«El rey de Qin -dijo a esto Zhuangzi-, cuando cae enfermo, manda llamar a los físicos. El que le revienta un absceso o le vacía un tumor obtiene un carruaje; y cinco el que le lame las almorranas. Cuanto más bajo es el servicio, mayor el número de carruajes que gana»".
Cuanto más bajo caemos, más me gusta nos colocan en las redes. Hoy día lo enseñamos todo. Mostramos una realidad irreal que tan solo creemos nosotros. Pero ¿qué queremos transmitir? ¿Nuestras miserias? ¿Nuestras mentiras? ¿Lo ignorantes que somos en realidad? Muchas veces he pensado que todo lo que inunda las redes sociales es innecesario en realidad. Y lo es porque perder el tiempo en las redes tan solo es perder el tiempo. Nuestra manifestación o el hecho de mostrarnos no nos hace más importantes, y si lo hace ¿a los ojos de quién? Debemos aprender a prescindir, debemos aprender a abstenernos. Creo que fue Rilke quien dijo una vez aquello de que no había cuatrocientos poetas. Y lo dijo en su época. Ahora ni siquiera se acercan a esa cifra, por muchos que inunden las redes sociales.
Debemos prescindir de la emoción en la crítica, y también prescindir de lo contemporáneo. Lo emocional puede hacernos confundir la realidad, y lo emocional no es literario, y mucho menos es esencia. Borges es capaz de prescindir de lo contemporáneo para acercarse a la esencia. Porque "Cuanto más bajo es el servicio, mayor el número de carruajes que gana". Estar no solo es estar. Hoy día estar es caer bajo.
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