El microscopio
Sí hay debate
combates por el patrimonio
LO que es hoy Puerto Moral tiene mucho que ver con aquellos sucesos geológicos ocurridos hace millones de años en la parte occidental de la cadena montañosa llamada Sierra Morena, donde se formó un océano, para después la tectónica de placas provocar plegamientos que levantaron las estructuras. Finalmente, los agentes erosivos como el agua achataron los cabezos y la rivera del Uerba, que no Huelva, modeló el valle para formar una de las reservas de agua más importantes de España.
Esta historia tormentosa legó un espacio accidentado, donde la vegetación fue seleccionada en función de la altura, el suelo y las condiciones climatológicas. En las partes más elevadas abundan las encinas y alcornoques, en las medias los olivos y viñas y en las más bajas, bosques galerías en barrancos y riberas de la cuenca del Guadalquivir y ruedos agrícolas cercanos a la población con frutales y hortalizas.
Hace ya casi 200 años que este municipio perdió el pelo de aldea y se convirtió en municipio independiente de Aracena (1817). Comenzó en aquel momento un viaje ilusionante ante la posibilidad de poder regir sus destinos y construir un Ayuntamiento que gobernara y administrara justicia e hiciera un reparto justo de los impuestos reales. También se le concedió un término municipal, pequeño, de apenas 20 kilómetros cuadrados, pero suficiente para proyectar la vida de los panzurracos, gentilicio de los naturales.
No conocemos los orígenes del asentamiento, pero debió de ser una pequeña población que surgió en la Edad Media, en la llamada Sierra de Aroche, al calor de la repoblación que pusieron en marcha los cristianos cuando conquistaron este espacio a los árabes. A través de los padrones del Ayuntamiento de Sevilla sabemos que en 1407 ya existía allí un núcleo con el nombre de La Morera. Incluso la leyenda cuenta que sus inicios están ligados a una venta, la del Moral, que servía para dar comida y alojamiento a los viajeros que iban de la Vía de la Plata a Aracena. Sin duda su nomenclatura está más ligada a la economía musulmana y en concreto a la cría del gusano de seda o sericultura, incluso una de sus principales calles tiene este apelativo. Poco a poco aquel puñado de vecinos fue incrementando su población, llevando por bandera el topónimo "moral o morera", árboles asociados a la cultura oriental.
Durante siglos, desde 1253, su destino estuvo ligado al concejo de Sevilla como parte de su alfoz o término y al municipio de Aracena, al que pertenecía como aldea. Claro que, en 1640, la villa de la Gruta caería en señorío, en concreto del Conde Duque de Olivares, y perdería la pátina realenga, manteniéndose así hasta los inicios del siglo XIX. En el primer tercio del siglo XVIII tenía Puerto Moral casi 500 habitantes que vivían de los cerdos ibéricos que se engordaban en sus dehesas y de sus huertas donde abundaban las higueras y viñas.
Si hay un elemento que ha conformado la vida, fuertemente comunitaria, ha sido el agua, con numerosos manantiales en una zona agreste y con importantes precipitaciones. A finales de los años sesenta del siglo pasado parte de ella fue embalsada en el mal llamado Pantano de Aracena, el cual se encuentra en los términos de Puerto Moral, Corteconcepción y Zufre, y que fue inaugurado en 1970. Esta reserva proporciona agua a la ciudad de Sevilla y cuenta con unas enormes posibilidades turísticas. Por las entrañas de Puerto Moral circula el barranco de San Pedro que ha cincelado la economía en un ruedo formado por acequias y lievas y que alberga algunos molinos harineros, uno de ellos recién restaurado. También son testigos de esta cultura las fuentes-abrevaderos.
El edificio más singular desde el punto de vista patrimonial e importante de la población es la Iglesia de San Pedro y San Pablo, que pudo tener su origen en la Edad Media y que fue ampliada y reformada durante siglos, por ello se le reconocen elementos de diversos estilos artísticos. Fue declarada bien de Interés Cultural por la Junta de Andalucía en 2007. Su planta es de cruz latina con algunas capillas y posee dos portadas. En ella se encuentra uno de los mayores símbolos de la población, la patrona la Virgen de la Cabeza. El patrimonio religioso también tiene otro elemento muy significativo, la ermita de San Salvador, que algunos conectan con la cultura visigoda.
Pero Puerto Moral es también camino y caminante, pues su espectacular conformación geológica, su exuberante vegetación y sus láminas de agua le hacen ser un marco idóneo para el senderismo. Incluso yo recomiendo uno de ello, el PR A-41 que se dirige de Puerto Moral a la Umbría e Higuera de la Sierra. Sus especiales valores ambientales y humanos hacen que su territorio se inserte en el Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche, estando sus dehesas dentro de la Reserva de la Biosfera, según título que concede la Unesco.
Aquellas repoblaciones medievales con gentes venidas del norte, procedente de Castilla y León, han condicionado la forma de las viviendas, la gastronomía o las tradiciones. Otras han nacido de la iniciativa de personajes célebres, como el alcalde Julián Navarro Flores, que fundó en 1893 la Feria de ganado, de silla y tiro, y que aun podemos admirar el primer domingo de abril de cada año. Se inicia con la procesión de la patrona en El Rodeo. Otra fiesta muy desconocida, pero fundamental en el corolario de manifestaciones serranas, es La Alcaldesa, surgida en 1956, a raíz de la proclamación de la Virgen de La Cabeza como Alcaldesa Perpetua de la Villa.
También hay otros tesoros escondidos en cada casa, en manos de las mujeres principalmente, los platos de comida, basados en los recursos naturales, pero también en la imaginación y combinación mágica para afrontar las muchas épocas de escasez que se han cernido sobre la Sierra. Hoy forman parte de la cultura más auténtica de la comarca, como las sopas de caldillo, cocido, picadillo o ajogañán, pero también los dulces como las tortas de manteca, piñonates o pestillos.
Pero si hay un componente que destaca en Puerto Moral es la tranquilidad, la calma permanente, la cercanía del campo, el enorme decorado natural, la sencillez en las formas y los modos, la parsimonia en el caminar, pues todo está hecho a la medida del hombre y la mujer. Desde esta tribuna aconsejamos la visita a este municipio tan especial, hospitalario, donde os esperan sus habitantes con los brazos abiertos, para mostraros una forma diferente de entender y sentir el paisaje y las formas de relación humanas.
También te puede interesar
El microscopio
Sí hay debate
Gafas de cerca
Tacho Rufino
Un juego de suma fea
La otra orilla
Víctor Rodríguez
Microecología
Notas al margen
David Fernández
Juanma Moreno se adentra en las tripas del SAS