Quiero ser objetivo

15 de junio 2024 - 00:45

D ebo reconocer que cuesta mucho trabajo y bien que lo intento, evaluar de manera lo más objetiva posible los momentos políticos que estamos viviendo

Y lo digo desde las convicciones personales, después de haber conocido, en mi vida universitaria, el periodo previo a la Constitución, haber participado políticamente en la Transición y veo, ahora, cómo se ha deteriorado la actividad política y la repercusión negativa rotunda que esa polarización, ni siquiera ideológica -aunque la haya- sino el intento de imponer el relato propio frente a la evidencia de los hechos, está crispando las relaciones sociales y promoviendo actitudes de odio que parecen estar superadas.

Comento esto desde una visión pesimista de alguien cuyo aval de opinión no es otro que el que me da el tener como máximo patrimonio personal, la independencia y el derecho democrático de poder expresar, libremente, mi opinión.

Es, por ello, que no alcance a aceptar que se ofenda mi inteligencia como ciudadano y votante porque es inconcebible la continua utilización del eufemismo hablándonos de “calidad democrática”, cuando las acciones de esos predicadores llevan un claro tufillo totalitario y autocrático, pues no olvidemos que la apelación “democrática” figuraba en la denominación de las Repúblicas de detrás del Muro de Berlín y el “telón de acero”, los cuales no eran precisamente progresistas e incluso si le añades el término “orgánica”, disfraza a los regímenes autocráticos.

No podemos asistir a propuestas de “regeneración” democrática cuando se pretenden romper las bases del Estado Democrático de Derecho que se sustenta y retroalimenta por la separación de Poderes que es la garantía para la defensa de los derechos y libertades de los ciudadanos independientemente de sus afinidades ideológicas, frente al mal uso del poder ejecutivo de los gobiernos.

Y ese mal uso o abuso puede ser la caída en el oxímoron de echar en cara al oponente la pretensión de controlar el Poder Judicial y plantarle un ultimátum de solución cuando su pretensión es exactamente la misma que la achaca a sus adversarios. Ello, sin hablar de modificaciones del Código Penal, Amnistía o el buen criterio de información mediática aplicando criterios de transparencia y financiación sin decir cómo y quién ejecutará el control -gran admiración de Pablo Iglesias- sin citar que ya existe una Directiva Europea en ese sentido. Podríamos continuar pero es momento de decir las cosas de forma directa. Cada día está más clara la tendencia a la podemización y el abandono de los principios socialdemócratas de nuestro Gobierno y todos sabemos que la encrucijada en la que nos encontramos está más cerca de la extrema izquierda cuyo objetivo es dinamitar la democracia colonizando y controlando las Instituciones y obviando los contenidos constitucionales.

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