Envío
Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia
Durante años, los internos de la prisión provincial de Huelva saltaban los muros cada semana con sus zapatos rotos. Así, El zapato roto, se llamaba un programa de radio realizado por los reclusos de La Ribera y emitido por Uniradio, la radio de la Universidad de Huelva, hasta que el confinamiento y la falta de visión de los que mandan acabaron con todo aquello. Y fue una pena, porque no era una actividad más en el Tratamiento Penitenciario, ni otra oportunidad de formarse, ni significaba solo una válvula de escape. Era algo más que todo eso. Porque al calzarse esos zapatos, aunque estuvieran rotos, ellos y ellas eran escuchados, eran los protagonistas.
He recordado esta experiencia querida y cercana al encontrarme con Teleprisión Carabanchel, una web con materiales audiovisuales recuperados de este centro penitenciario, tan significativo en la historia política y social del siglo pasado. Entre otros proyectos, se muestran grabaciones de un canal de televisión realizado íntegramente por los propios presos a finales de los 80, con ayuda de algunos funcionarios y educadores. Teleprisión emitía por circuito interno y sirvió para que los reclusos expresaran sus reivindicaciones frente a problemas de hacinamiento o insalubridad, explicaran cómo realizar trámites judiciales o comentaran los partidos entre presos de distintos módulos. Hasta informativos humorísticos se arrancaron a hacer. El experimento solo duró un par de años, pero fue un éxito en muchos sentidos: los índices de violencia en la cárcel descendieron, surgieron a su amparo otras iniciativas culturales… Lo que demuestra que, también en un contexto de privación de libertad, los medios de comunicación son una poderosa herramienta democrática, emancipadora, de formación e información.
Ahora podemos acceder a todo este valioso material, o al archivo sonoro de El zapato roto, también disponible en internet. Estremece escuchar los testimonios, algunos tan desgarradores, de gente que, por un momento, dejaba de ser invisible, contaba su vida, sus miedos, sus anhelos… Y promueve un cambio de visión importante.
La mayoría de la población penitenciaria está ahí porque en la carrera de la vida fueron a trompicones, o tropezaron, o iban con zapatos rotos. Tenían, de entrada, malos números en esta lotería.
Siempre me pregunto qué me hubiera pasado a mí en su lugar. Y sé que solo contando con el punto de vista de los olvidados, los perdedores, se puede entender la historia. Quizás cambiarla.
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