¡Vaya lona canalla!

Mi conciencia cívica no me permite ponerme de perfil, como quien mira la vida pasar

¡Vaya lona canalla!
¡Vaya lona canalla!

30 de junio 2023 - 03:02

¡Vaya lona canalla!
¡Vaya lona canalla!

Cuando días atrás bajaba por la calle de Alcalá por vez primera desde que han desplegado la llamada lona del odio en su confluencia con la calle de Goya, estuve considerando la conveniencia de hacerme un autorretrato con ese anuncio como telón de fondo, pero todavía no sé qué pudo más dentro de mí para sólo mirarla y seguir mi camino, si mis escasas ganas de entrar al trapo y hacerle el juego al partido que la ha concebido, financiado y colgado en pleno corazón del barrio de Salamanca, o la inconveniencia de cualquier selfie que incluya textos dentro de su encuadre puesto que están condenados a salir del revés, y resultar ilegibles.

Así que amparado por ambos argumentos pasé de largo, yendo de mi corazón a mis asuntos, y procuré obviar ese tema, pero todavía no había llegado a mi destino ya estaba convencido de que el hecho de coincidir en el tiempo el periodo electoral con las fiestas del Orgullo Gay me exigía dedicar este espacio semanal a escribir y manifestar públicamente mi opinión sobre este asunto, pero no solamente porque en esa imagen se tiraba a la basura la bandera LGTBI y Trans, entre otras enseñas, sino también el logotipo de la Agenda 2030, que para los promotores de tan nefasto telón publicitario no es más que “un delirio de progres”, pero para mí, a la vista de cómo está desvariando este perro mundo, es un crisol de intenciones de capital importancia, que debería estar por encima del pensamiento de cada individuo, y en favor del planeta y de sus habitantes.

Porque si en septiembre de 2015, nada menos que 193 países aprobaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en la Asamblea General de Naciones Unidas, que son los que conforman la llamada Agenda 2030 y sitúa los derechos humanos de todas las personas en el centro de atención, y además tiene como objetivos erradicar la pobreza extrema y el hambre, combatir la desigualdad y el cambio climático, asegurar la igualdad de género y los derechos humanos de las mujeres y garantizar el acceso universal a servicios de salud y educación de calidad, entre otros, mi conciencia cívica no me permite ponerme de perfil, como quien mira la vida pasar.

Y puesto que dispongo de este espacio para expresar mi pensamiento, y en todos los selfies que contienen palabras éstas aparecen del revés, en horizontal, ahora quiero recordar lo que decían los adultos cuando yo era niño: que una imagen vale más que mil palabras. Y por eso la foto que ilustra este artículo, volteada por mí en sentido vertical, ya no es legible. Pero mientras yo redactaba estas líneas en la tarde del pasado martes, para ser leídas hoy viernes, la Junta Electoral Central ordenó desmontar la lona del odio, y ahora podría parecer que este artículo ya se quedó sin argumento. Pero no, por desgracia, porque hoy la política pretende ser más terca que la propia realidad.

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