Javier Sánchez Menéndez

Vergüenza

Los afanes

10 de enero 2019 - 01:43

Maíllo es un buen tipo. Durante sus años universitarios, en los que estudió Clásicas, sus compañeros lo recuerdan como una persona entrañable, de gran cultura y mejor corazón, académicamente perfecto. Me apena ver a Maíllo al lado de Teresa Rodríguez. Son la noche y el día. Anulado completamente por una mujer que vocifera y a la que apenas se le entiende, porque el ruido es angustia, y hay que buscar el silencio. Pero claro, el problema de Izquierda Unida era que estaban con una economía paupérrima y llegó el tío del saco y los metió en el mismo zurrón. Un político medio en España, de esos que hay miles y miles y miles, tiene que garantizarse los 60.000 euros anuales (como mínimo) para poder seguir viviendo del cuento. Y entonces los de IU comenzaron a vivir del cuento, pero anulados por ese conglomerado que se llama Podemos. Vergüenza.

Vergüenza me da que hasta los clicks de Playmobil estén obligados a pagar el impuesto revolucionario que les exige la Generalitat de Cataluña. La empresa se expone a una multa de hasta 100.000 euros por no etiquetar los muñequitos en catalán. Y esto es un despropósito. Indicaba un comentarista de la noticia que deberían fabricar unos clicks capaces de hacer un corte de manga a la Agencia Catalana de Consumo y otro a la entidad Plataforma per la Llengua. Pero no, un click, hoy día, tiene mucho más sentido común que Puigdemont y sus secuaces.

Vergüenza me da que se juegue con el silencio, que se utilice como moneda de cambio en muchos de los ámbitos de la vida, porque el silencio es la mayor manifestación de integridad que posee el ser humano. El silencio es lo contrario al ruido lingüístico, al ruido de la comunicación, que son malentendidos. Lo que está pasando nos recuerda a Orwell. Lo de la posverdad o la posmentira era una farsa, han instaurado la mentira como verdad social. Ahí tienen a Trump, o a casi todas las noticias de los medios de comunicación, o a las propias redes sociales. El ruido nos lleva al malentendido, y eso no es silencio ni se acerca a él. Tan solo en la naturaleza encontramos la verdad, la realidad, el auténtico silencio de la creación y la belleza.

Lorca escribió: "Oye, hijo mío, el silencio. / Es un silencio ondulado, / un silencio, / donde resbalan valles y ecos / y que inclina las frentes / hacia el suelo". Intenten oír el silencio, y descubran la verdad, y a Teresa Rodríguez que lea un poquito El Quijote. Si el original es mucho para ella que lea el de Trapiello.

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