Chungaleta

Un aeropuerto para La Merced

Papas con choco

27 de julio 2024 - 03:06

Con los primeros pasodobles entonando por el barrio del Matadero, preludio de unas nuevas Fiestas Colombinas, pero, sobre todo, preludio de un pregón taurino, por cierto, muy de Huelva, llegamos a otro sábado, con todo casi igual que ayer.

Todo, excepto la Plaza de la Merced. ¡Qué maravilla! ¡Qué calor pasé en su inauguración, y qué ilusión! Sí, digo ilusión porque independiente del color político que la inaugure o “se apunte la medalla”, como se suele decir, viendo el resultado de tan maravilloso entorno queda de manifiesto que se ha ganado en todo. Pero, sobre todo, ha quedado bien claro que ha ganado Huelva. Nadie puede obviar lo evidente, ni puede objetar nada al respecto. Y es que, cuando se quieren hacer las cosas simplemente por tu Huelva, el resultado es el que es.

Y digo ilusión porque, independiente de sus gambas y el jamón, tenemos mucho margen de mejora en muchos aspectos, y quién sabe si a partir de hoy, ojalá, nos vengan muchas cosas y buenas. Habrá quien vestido con su camiseta más radical se afane en sacar donde no hay, y en ver lo que nadie ve. Queda claro que ésta es la línea a seguir.

Pero es que, además de la plaza tan bonita que ha ganado Huelva (que no se le olvide a nadie), estamos de enhorabuena: al puente del Odiel, aunque solo sea por Colombinas, ¡le van a dar luz! Está claro que todo no lo podemos tener, pues serían ya muchos privilegios para uno de Huelva en tan corto periodo de tiempo, así es que parece que han cogido un cuadro de luz de obras para empezar a iluminar las nuevas farolas, que parece que son del Escorial, por el tiempo que llevamos esperando a que estén listas. Sólo confío en no vayamos a disfrutarlo únicamente para Colombinas y podamos tener luz en el puente también cuando pasen las fiestas.

Ya solo nos queda que, antes de que ocurra una tragedia, se le de solución definitiva a una línea de tren en la que sus carencias son más que evidentes. Y también la guinda del pastel: el futuro aeropuerto Pilar Miranda. Un aeropuerto en el que todo su personal deberá ir con media melena rubia o con guayabera en honor a Pilar y Felipe, respectivamente, que tanto andan trabajando por ello. Esos aviones repostando un hidrogeno verde tan puro y tan a mano, con una interminable pista de aterrizaje como nuestras playas, que más de un guiri llegará con el bañador puesto. Lo siento pero, como veis, de nuevo con muy poquito me he vuelto a ilusionar.

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