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La colmena
Magdalena Trillo
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Gafas de cerca
En la facultad nos enseñaban algunos modelos de suma simplicidad; era la época en la que, marcada la carrera por la rima fácil, se decía aquello de “el que vale, vale, y el que no, pa Empresariales”. Uno de esos esquemas decía que un entorno era más incierto cuanto mayores fueran su dinamismo –velocidad de los cambios– y su complejidad, y ya pasaba el sector tecnológico por ser el más incierto, allá por el mesozoico finisecular del XX, aún pretecnológico. Hoy asistimos a una incertidumbre global extrema, no sólo de la mano del esclavizante vértigo de la innovación digital (la IA como último grito de la cosa), sino también de otras metamorfosis sociales sin pausa, en un mundo cada vez más pequeño y carente de fronteras, y valgan algunos rasgos: la revolución de las relaciones entre naciones y territorios, con Trump como detonante reciente de la dinamita del statu quo; la emergencia climática de causa antropogénica, o la influencia de las redes sociales en la economía y las costumbres.
Cerrando el foco en estas redes que son almadrabas, la trivialización de los juicios y la impunidad de la mentira fake van al alimón con la proliferación de un adictivo narcisismo y con la eclosión masiva de sentencias privadas que, más que democráticas, huelen a pura farfolla a tiro de clic en pijama y trinchera doméstica, o demagógica propaganda de entes que rentabilizan y violentan la privacidad. Enfocando un poco más, cursa una pandemia de mala baba y falta de contención de los comentarios en los “hilos”: se insulta a las primeras de cambio, sea por este o aquel hecho político, por los Goya, Broncano vs Motos o por el tal Montoya; por los piquitos, por la tortilla de patatas o por la rivalidad entre merengues y culés. Podría defenderse que el maremágnum de pequeñas batallas sin cuerpo a cuerpo es una vía de escape para la neurosis de cada cual, pero más bien es origen de psicosis individual y masiva.
Volviendo a la facultad, un singularísimo profesor de Sociología nos habló de Wilhelm Reich, inventor y psiquiatra austriaco y judío (a pesar de su apellido). Por lo que pude entender, tras la Segunda Guerra Mundial Reich atribuyó a la caída de la libido y, en concreto, a la “marcha atrás” en el sexo ante la incertidumbre del futuro un brutal aumento de la neurosis en Europa. Volviendo a la acritud en las redes sociales y sus hilos sobre cualquier artículo o pequeña o gran cuestión, se pregunta uno qué diría Wilhelm Reich sobre la neurosis que la falsa libertad de internet provoca en jóvenes y viejos a lo largo, ancho y alto del planeta.
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