Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Los que manejan el mundo
Este viernes se cumplieron 35 años de aquella histórica manifestación del 3 de marzo de 1988 que acabó provocando la creación de la Universidad de Huelva. La reivindicación entonces eran tres facultades, estudios independientes de la Universidad de Sevilla, en la que estaban integrados los centros del llamado Colegio Universitario de La Rábida, el CUR, en el campus que aún se conserva en el entorno rabideño.
El paro de aquel día fue uno más entre varias movilizaciones realizadas esos meses, con huelgas prolongadas de estudiantes y profesores. Pero destacó entre otros porque acabó implicando totalmente a la sociedad civil en una causa que fue entendida como clave para el desarrollo y el futuro de toda la provincia. Ese fue el aspecto que llevó al éxito una convocatoria con respuesta multitudinaria. Fueron cuatro horas en las que la ciudad, y parte de la provincia, se paralizaron. En el almuerzo ya se sabía que algo había cambiado y que esa exhibición de fortaleza, con comercios e instituciones cerrados durante toda la mañana, provocaría un giro en la Administración andaluza para que en los siguientes meses accediera a las pretensiones de todos los onubenses.
El impacto de esa movilización fue tal que Huelva se convirtió en tractora de cambios para Andalucía, con Almería y Jaén beneficiándose de esa ola de independencia académica que venía desde el oeste para lograr al mismo tiempo una Universidad que no habían reclamado con tanta contundencia.
Y eso, claro, contribuyó a que ese día de 1988 entrara inmediatamente en el imaginario onubense como referencia mitificada de unidad y fuerza en las reivindicaciones sociales, que desde entonces han apelado en Huelva a eso que se acabó bautizando como el Espíritu del tres de marzo, que no por tantas veces invocado ha vuelto con parecida fortaleza o pureza.
Cinco años después se creó la Universidad de Huelva, con un decreto que permitió empezar el curso 1993/94 de forma independiente. Y en este punto nos encontramos ahora, a la estela de los 35 años de la gran manifestación, a los 30 del nacimiento universitario de la provincia con institución propia, con 56.000 titulados desde entonces por la Onubense, que pueden proporcionar la dimensión de lo que ha supuesto para una población de 550.000 habitantes. Porque más que formación para los jóvenes, la Universidad ha dejado prosperidad y riqueza en la provincia a todos los niveles.
Las efemérides señaladas llegan en Huelva en un momento importante. La UHU afronta un nuevo reto con impacto social, como es la puesta en marcha, en sólo dos cursos, del Grado de Medicina, hace años convertido en una suerte de paradigma del crecimiento universitario en la provincia. Después de 30 años parece que ha llegado el momento de alcanzar ese hito al margen de lo simbólico, para atender una demanda de estudios y de profesionales que es evidente en el sistema sanitario.
Pero también Huelva llega ahora a un esperado punto de inflexión para su futuro económico, cuando la industria afronta una transformación a escala global hacia la descarbonización y la transformación energética, para lo que grandes compañías del sector han puesto esta provincia en el centro de sus planes estratégicos para el desarrollo de proyectos que son ya referentes en Europa.
Esto, unido a la oportunidad que suponen los sectores aeronáutico y aeroespacial con el CEUS o los ensayos del cohete Miura en el INTA, y el desarrollo del sector agropecuario onubense, con mucho recorrido todavía por delante, ponen a la Universidad de Huelva en un lugar preferente para incorporarse y liderar proyectos en esa faceta fundamental que es la transferencia en su entorno.
Pero antes de llegar a todo eso hay que, al menos, asegurar su presente y su futuro. Y conseguir algo tan básico, y poco vistoso puertas para afuera, como es la consolidación de su estructura docente e investigadora, también del personal de administración y servicios, dotándoles adecuadamente para permitirles un crecimiento digno y acorde con la importancia de ese papel que tiene (o debe tener) reservado una institución pública como es la universitaria.
Y eso, evidentemente, se traduce en dinero, en partidas presupuestarias, en financiación, que deben permitir, primero, ese desarrollo básico, y posteriormente, pero de manera también inmediata, la posibilidad de innovar con nuevos estudios e investigaciones que se adapten y respondan a las necesidades y demandas de un territorio que tiene que progresar social y económicamente.
El compromiso del consejero de Universidades con la implantación del Grado de Medicina en Huelva parece claro y firme. Así lo trasladó en persona durante la inauguración del curso actual. Aunque ese discurso debe materializarse con las partidas necesarias para la contratación de profesorado y la construcción de una nueva facultad en el campus del Carmen que, si bien no es urgente para el arranque del primer curso, no debe demorarse para garantizar la paulatina implantación de los estudios.
Lo mismo debe ocurrir con el resto, que no es poco. Sería la demostración de que la creación de la Universidad de Huelva, como la de Almería y Jaén, fue un acierto en su día. Y de que su supervivencia, y la del resto de universidades públicas, se asegure y la fortalezca para un necesario crecimiento en favor del territorio y las exigencias de un mundo actual que evoluciona demasiado deprisa como para que no se le permita acompañarlo, e incluso adelantarlo.
La rectora de la Onubense lo apuntó en el acto del viernes: aunque la tendencia demográfica lleva en muy pocos años a un descenso de la población joven que accede por primera vez a la Universidad, hay cada vez una mayor exigencia en el mundo laboral para la formación permanente y la especialización. Y esto, sobre todo para España y Andalucía, se ha convertido en un reto que nos permita competir en un contexto internacional, que es realmente único por el mercado global del que todos ya formamos parte.
De ahí que haya que insistir en la obligación de fortalecer nuestras universidades para darles la capacidad necesaria para la respuesta que les exigimos en todas las oportunidades que los nuevos tiempos están dejando a nuestro alrededor. Porque eso también cuenta como inversión. De esa que tanta falta nos hace y de la que acumulamos un déficit histórico que alcanza niveles escandalosos en Huelva, muy por encima (muy por encima, de verdad) de otras provincias.
El deseo es que no haya necesidad de renovar los votos de aquel 3 de marzo de 1988 con nuevas movilizaciones masivas en defensa de nuestra Universidad, aunque no olvidemos que, siguiendo una máxima deportiva, es más difícil mantenerse que llegar. De ahí que debamos mantener la exigencia, más allá del paradigmático Grado de Medicina, para ser ambiciosos y tener la Universidad que requiere todo el potencial de crecimiento que tiene Huelva.
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