Alto y claro
José Antonio Carrizosa
La confianza está rota
Cuando se comenta el estreno de la miniserie “Asalto al Banco Central”, una nueva versión de los sucesos ocurridos en Barcelona el 23 de mayo de 1981, cuando unos atracadores invadieron esta entidad bancaria reteniendo a un gran número de clientes como rehenes cuya vida amenazaban si no se atendían sus exigencias y que dio lugar a toda una intriga aún no aclarada y a unas incógnitas sobre la verdadera naturaleza de los hechos todavía no resueltas, pero que desde el punto de vista del relato televisivo vuelve a mostrarnos el buen pulso narrativo de su realizador Daniel Calparsoro, tras una acertada ejecutoria, tanto en la realización de películas como en series televisivas, el gobierno, con la participación - ¿o deberíamos escribir complicidad? – de sus socios de coalición y apoyo a su débil legislatura, perpetraba otro desalmado asalto a la Rtve a golpe de decreto para poner otra entidad pública al servicio del ejecutivo convirtiéndolo en su poderoso instrumento de adoctrinamiento y propaganda. Una estratagema más de Sánchez para colonizar y politizar los organismos públicos del Estado y disponer de ellos a su antojo.
Y ante esta denodada injerencia del Gobierno en el ámbito de la información organizaciones y sindicatos, representantes de la gran mayoría de la profesión tratan de “ser escuchados por el ejecutivo en el proceso de implementación en España del Reglamento Europeo sobre la libertad de los Medios de Comunicación” y “urgir a los grupos parlamentarios del Congreso a que tramiten un proyecto de Ley orgánica del secreto profesional del Periodismo, pendiente desde la anterior legislatura”. Pero los periodistas lo que queremos es una absoluta libertad en el ejercicio de nuestro cometido profesional y en caso de conflicto someternos a la acción de la justicia ordinaria como cualquier otra profesión.
Ya se ha denunciado muchas veces, y yo lo he suscrito en esta columna, el atropello continuo no sólo a la falta de trasparencia sino al derecho a la información, que propicia a diario ruedas de prensa controladas, con periodistas seleccionados, preguntas convenidas previamente y limitación o prohibición de cuestiones que la actualidad plantea y que se silencian impunemente. En la mente de todos están interrogantes sin respuesta y que a medida que se han planteado y se han silenciado descaradamente, pasaron al olvido. Otras, de dolorosa vigencia en estos días, se desvanecen en el más flagrante y cínico ocultamiento o no se plantean por parte de informadores que sirven sumisamente al sistema. Y como adorno de ese vasallaje informativo tenemos esas entrevistas de aseo y masaje a las que se prestan ciertos medios afines al gobierno, cuando no encendidos elogios y ditirambos a raudales.
También les gusta enfrentar y crear insidias entre los partidos y sus protagonistas. Toda una jauría asilvestrada se ha lanzado contra el Presidente de la Generalidad Valenciana, “olvidando” otras responsabilidades de mayor rango y relieve.
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