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Vivimos un consumismo desaforado. Nuestra sociedad es una sociedad del derroche. Lo viejo no vale. Estamos pendientes de lo último, de lo novedoso. El móvil nuevo, el nuevo televisor con no sé cuántas K, el último ordenador, aunque no necesitemos más cosas, aunque las que tengamos aún funcionen, queremos más y más, comprar es la llave de la felicidad. Y de arreglar algo nada. Si se nos estropea algo lo tiramos y a por lo nuevo. El tiempo de ocio se ha convertido en tiempo de consumo. ¿Nos hemos preguntado alguna vez porque los cines han pasado a formar parte de los grandes centros comerciales?
Hubo una época en la que la ropa se heredaba, las botellas vacías se entregaban al comprar una nueva llena de líquido, se compraba a granel en bolsas de tela que se llevaban desde casa, las sobras se convertían en materia prima para otra comida… Sin darse cuenta nuestras abuelas y abuelos estaban practicando la economía circular.
En la sociedad del derroche lo que no sirve se convierte en basura, tiene una existencia lineal de la cuna a la tumba. En la economía circular la idea es que los objetos son bienes que renacen como materia prima para otros usos. Es una existencia circular que nos lleva de la cuna a la cuna. La economía circular tiene la austeridad como un elemento subversivo que cambia las estructuras. Así, la austeridad adquiere un valor revolucionario. Como decía Gandhi la austeridad nos hace vivir sencillamente para que otros puedan, sencillamente, vivir.
La austeridad subversiva no consiste sólo en ahorrar, sino en ser menos consumista. Consiste en establecer una relación diferente con la naturaleza, con nuestra realidad que no existe para ser devorada. Es bueno reciclar, pero es mejor reutilizar. Es otra manera de concebir la economía. Es una propuesta que abarca todo el ciclo productivo desde el diseño hasta que llega a nuestras manos, cuidando el trayecto que sigue: comercio de cercanía, condiciones laborales dignas, paquetería, envoltorios no contaminantes, bolsas y envases de tela, comprar sólo lo necesario, compra a granel. Cambiemos el rumbo para controlar lo que consumimos o lo que consumimos nos controlará a nosotros.
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