Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Junts por Jaén, Junts por La Línea y el PP
Queridos Reyes Magos: aquí un monárquico de la magia que ha apurado un poco para escribiros, pero confío en no llegar tarde. Lo primero es deciros que contéis con mi presencia para recibiros al paso de vuestra cabalgata, da igual que la pasen al día cuatro, yo iré a veros con la misma cara de niño ilusionado y me agacharé a por vuestros caramelos. Que lo normal es que sea el cinco, sí. Que, si viene una buena cantidad de lluvia, es una buena solución adelantarla para que peques y mayores podamos disfrutaros, pues también. La lluvia por estos lares ya es en sí misma un regalo. Así que el sábado por la tarde os veré donde siempre. Como sé que el camino desde Oriente es largo y ya vais bastante cargados, mi petición de este año he decidido que no ocupe espacio. Querría pediros tiempo. Tiempo compartido y tiempo individual. A la mayoría de las cosas materiales, por suerte, tengo acceso en mayor o menor medida, pero la fábrica de tiempo y timbre parece que no existe. Así que eso, querría más tiempo con los míos, con mi familia, con mis amistades. Más tiempo para poder viajar, para juegos de mesa, para quedadas en la calle, para ver películas o visitar museos, para ir a la playa o a la sierra. Que después uno echa de menos esos ratos y los acaba sacando de los minutos de descuento, tras abordar las insípidas obligaciones. También apreciaría esa ración de tiempo para las aficiones en soledad, en especial tiempo para leer, que en la cabeza revoloteen imágenes y conceptos, y para escribir, para sembrar palabras, regarlas y podarlas. También tiempo para hacer deporte, sudar la gota gorda y generar endorfinas. Y tiempo de escucha, de música y de podcasts, y tiempo de visionado de series. También tiempo de orden, de colocar, adecentar y remendar aquello que quedó para cuando hubiera eso, tiempo. En fin, tiempo, tiempo a raudales. Y ya de camino, otra cosa que tampoco pesa ni abulta como es la salud. Parecerá un tópico, pero es que a la pata coja, con el corazón encogido o con las manos abiertas se disfruta menos la vida. En el fondo, uno lo que necesita son más las cosas inmateriales: tiempo, salud, amor, alegría,… Los regalos que desenvolvemos no dejan de ser caminos para llegar a lo que no podemos tocar ni envolver. Pero es justo lo que necesitamos. Y por eso es tan hermosa la magia que traéis. Fieles a la tradición del día cinco, aquí en casa os dejaremos listos los zapatos, tres vasos de leche, algún dulce navideño y zanahorias para vuestros camellos. Os esperamos.
También te puede interesar
Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Junts por Jaén, Junts por La Línea y el PP
El catalejo
Pendientes del Recre
Gafas de cerca
Tacho Rufino
Mágico engaño
La esquina
José Aguilar
Montero, a una misión imposible