
Con la venia
Manuel Muñoz Fossati
Morir trabajando
Las dos orillas
Las tempestades han afectado a las carreteras andaluzas, incluso se cortó al tráfico la autopista AP-4 entre Sevilla y Cádiz. Ha llovido mucho, pero influye que están peor que en los tiempos de Aznar y Chaves. Y no me refiero sólo a las vías secundarias (algunas de las cuales son como senderos para cabras), sino a las autopistas y autovías. Hay plataformas para protestar por la sanidad pública, la educación pública o la vivienda pública, pero parece que las obras públicas interesan menos. Antes se consideraba un factor esencial para el desarrollo de las regiones, las ciudades y los pueblos.
Algunas obras pendientes (como la terminación de la autovía de la A-4 entre Jerez y Dos Hermanas) se demoran desde el siglo XX. Las consecuencias se han notado estos días. El pasado verano se escribió mucho sobre el colapso de la autopista AP-4 entre Sevilla y Cádiz, después de la abolición del peaje y la fantasía de camiones a tutiplén que allí se ha montado. El tercer carril llegará con retraso para las necesidades actuales, que tienen lastrada la movilidad entre dos provincias donde viven 3,2 millones de habitantes y acuden miles de turistas.
Pero no es el único caso. En la Costa del Sol malagueña existe una autopista de peaje que ahora es discriminatoria; y la alternativa de la A-7 es una vía casi urbana. La autovía de la A-7, en su discurrir por la provincia de Almería, acumula más de una decena de muertos en los últimos años. La autovía de la A-4, en las provincias de Córdoba y Jaén, se encuentra en penoso estado, hasta el punto de que la mayoría de los conductores que van de Andalucía occidental a Madrid prefieren viajar por la autovía de Extremadura. Y la A-49, desde Sevilla a Huelva, y la prolongación con el Algarve portugués, está cada año peor, sobre todo en verano. En cuanto a la autovía A-92, desde Sevilla hasta Almería, tiene ya demasiada peligrosidad, con baches por doquier, especialmente en la dirección Granada-Sevilla, donde implantaron varias reducciones de velocidad por el pésimo estado.
El Senado aprobó el pasado mes de febrero las obras para la A-381, que debe vertebrar la Andalucía interior, desde Granada a Badajoz, a lo largo de 371 kilómetros, pasando por Córdoba y Zafra. Las obras empezaron en 2012 y también se han frenado.
En Andalucía parece que no importa el cochambroso estado de nuestras carreteras, aunque tiene mucho que ver en el número de muertes por accidentes y en lo que ocurre cuando llueve.
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