Paisaje urbano
Eduardo Osborne
Una celebración sospechosa
Hace unos días se ha otorgado a la Universidad de Huelva el reconocimiento de Universidad Compasiva. Propiciado por la Facultad de Enfermería, dicho reconocimiento pone en valor los esfuerzos hechos en formación y sensibilización para lograr que las comunidades, en este caso la universitaria y su entorno, pongan en el centro a la persona, los cuidados, la atención en la etapas críticas de la vida, la generación de comunidad… cuestiones todas ellas que no están muy de moda en este siglo.
Es la primera Universidad Europea en lograr el reconocimiento, y esto se suma a la lista de “Ciudades Compasivas”, en las que se pretende que los municipios (también las empresas y asociaciones) comiencen procesos parecidos. De alguna manera es nadar en dirección contraria, obsesionados como están todos los municipios en generar turismo, impacto mediático, cultura de masas e imagen, obsesionados, al fin, en atraer gente, turismo, sobre todo en este país, que ha asumido su condición de destino turístico sin mucho más que decir, sin nada más que aportar.
Las Ciudades Compasivas vuelven la mirada hacia su gente, hacia sus comunidades, y hacen de los cuidados una prioridad. Procuran la generación de lazos, de espacios de encuentro y de una cultura de los cuidados que ponga a la persona, y muy especialmente a los más vulnerables, en el centro de las políticas públicas. Son, por lo tanto, otro tipo de obsesiones: la mirada hacia dentro.
No estaría de más que los municipios de la provincia, empezando por su capital, comenzaran este proceso de reconocimiento. Hemos ido conformando sociedades bastante agitadas, pero ya digo que no estaría de más dedicar esfuerzos a estos otros procesos, a educar una mirada compasiva, a generar espacios, a adaptar los tiempos, de manera que todos los ciudadanos, especialmente los más vulnerables, se sientan acogidos y cómodos.
Los procesos de gentrificación, las ciudades convertidas en parques temáticos, el fracaso de las ciudades dormitorios… todo eso nos recuerda que necesitamos espacios vitales donde vivir, barrios amigables, con comercio local, y en los que encontremos los cuidados necesarios, adaptados a los diferentes momentos de la vida. Huelva no ha sufrido especialmente esos procesos de deterioro, y precisamente por eso sería una buena idea comenzar estos procesos que dan la vuelta al discurso. Ahí está la Universidad para decirnos cómo hacer.
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