El Colombino espera a su Decano con más moral que el Alcoyano

31 de agosto 2024 - 05:00

Los inicios de competición siempre traen dinámicas reversibles porque los equipos están todavía en los reciclajes de finales de pretemporada con súbitas “pájaras” que alteran los ritmos de juego por la falta de consistencia en el engranaje. Y eso ocurrió en Mérida, que se pasó de la frustración a encontrar de manera inverosímil la solución de un jeroglífico en el terreno. No es normal lo sucedido desde el sofocón de una goleada en contra a la heroica en la ráfaga del resplandor del tiempo añadido, pero el fútbol no se acoge a las matemáticas para descifrar la indefinición de lo visto en el campo. 

Y cuando se sobrevive a un debacle hay que distinguir el mérito a la desesperada de creer en lo imposible engullido en el esperpento con el suspiro del moribundo de responder cuando el rival te saca los colores, que luego deja el regusto del orgullo, placer y satisfacción. Y lo más importante es que solo queda aprender de lo vivido como principio básico de una liga intensa y de convivir con la presión, apariciones y desapariciones en fases de los envites, enfados y mosqueos... y por supuesto siempre confiando en las alegrías del mejor Recreativo que busca su sitio dentro de sus posibilidades. 

El Nuevo Colombino espera con anhelo 97 días después a su Decano reforzado en el apartado anímico con la necesidad de ejercer desde el principio su fortaleza ante su impagable afición. También el Alcoyano en inferioridad sacó fuerzas para sostenerse ante el Algeciras, “la moral no morirá” lema de su plataforma de apoyo. Su entrenador, Vicente Parras, es un caso atípico en la categoría con seis temporadas seguidas, que ha formado una revolución con 14 fichajes, solo a siete del pasado. Y el ego subido de hablar de ascenso, sin nada que perder, en la sublevación popular del optimismo. El mensaje del Decano, más exigido y obligado, es reservado porque ahora no hay retos, sino ser un equipo fiable como manera de elevar la energía.

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