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Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Binomio maldito
¡Oh, Fabio!
No había que ser ningún lince de Doñana para saber cuál iba a ser la línea de defensa de los políticos del Partido Popular de Sevilla que, como ha desvelado este periódico, cobraron sobresueldos con fondos públicos en tiempos pasados. A saber: todo es falso y el dinero recibido era para gastos de representación, comidas, viajes y todas esas menudencias.
Por ejemplo, Asunción Fley, actual directora de la agencia tributaria municipal, cobró más de 20.000 euros entre final de 2012 y 2014. Desde luego, parece claro que ni viajó con Ryanair ni comió los menús del día de la Casa de Extremadura de Sevilla (baratos, suculentos y muy cerca del Ayuntamiento, por cierto). Por su parte, la mano derecha de José Luis Sanz –actual alcalde de Sevilla–, Juan Bueno, que cobró varios cheques de hasta 1.200 euros en los años 2012, 2013 y 2014, también esgrime que eran “gastos de representación” y que si algunas veces parecen abultados es porque, entre otras cosas, pagaba el desayuno de hasta 30 personas, lo que nos habla de la generosidad de un PP que suele pregonar la austeridad.
Seamos serios. Es cierto que el de los sobresueldos por distintas vías es uno de los problemas de la política española, producido en gran parte por unas pagas bajas que impiden captar talento para el buen gobierno. La degradación del nivel político español es, en gran medida, una cuestión salarial. Pero eso no exime a nadie de cumplir unas normas que son para todos, y en el caso de ser sorprendidos en lo contrario la única actitud posible es hacer mutis por el foro. A otros, sin embargo, el sueldo les viene grande, pero no es este el momento de repasar la lista de concejales, diputados e incluso ministros que en el mercado laboral no pasarían del Salario Mínimo Interprofesional.
Otro asunto es el de las comidas, desayunos, merendolas y esos “gastos de representación” de los que se abusa continuamente, tanto que algunos políticos han olvidado el color de los azulejos de sus cocinas domésticas. Algún economista joven y creativo debería hacer un estudio sobre cuántos billones de euros se ha gastado la democracia española en dar de comer a los políticos y sus agradadores. Algunos han llegado a lo cómico y cada ciudad seguro que tiene su afamado concejal zampón.
¿Y el alcalde de Sevilla? Chitón. Con su habitual impavidez intenta que la tormenta pase y que sus amigos impongan el silencio, concentrado en ese pequeñísimo mundo que es la Sevilla para la que gobierna. Rajoy ya demostró que eso no sirve para nada.
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