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Huelva/HOY acaba una semana que ha tenido protagonismo agrícola en Huelva con la celebración del Congreso Internacional de Frutos Rojos. En su novena edición ha registrado un récord de participación, con más de 1.700 personas en sus dos días, según la organización, que corre a cargo de nuevo de Freshuelva, con el patrocinio principal y exclusivo de la Fundación Caja Rural del Sur.
Sobra decir que si ha habido más participación es porque, sin duda, ha habido mucho interés por estar ahí, en la Casa Colón. Porque si estos días no se está presente, es que no se tiene peso en el sector. Pero también porque la programación que se presenta, y su vertiente comercial, son suficientemente atractivos para ser partícipes de esta puesta en común fundamental cada año.
Ha habido experiencias expuestas de Portugal y de América, que para eso es un foro internacional, aunque su repercusión mayoritaria es nacional, en el ámbito en el que la provincia de Huelva supone más del 90% de la producción de berries en España y el principal actor en Europa. Pero después de nueve ediciones, hay temas que siguen muy presentes en el programa técnico, problemas y preocupaciones que siguen siendo una constante, como se vio en la tercera edición de La Noche de los Frutos Rojos, el gran prólogo del congreso, organizado la víspera por Huelva Información y por el Grupo Joly, junto a Freshuelva. En este foro imprescindible para el sector, donde sus profesionales hablan entre ellos con total libertad, en una suerte de confesionario público, se pusieron en común retos que son necesidades existentes hace años para, al menos, mantener la actividad.
Agua y mano de obra son, probablemente, los principales, por la falta de ejecución de obras hídricas comprometidas, aprobadas y, en parte, iniciadas, claves para asegurar el abastecimiento normal para los riegos en la provincia, y críticas por la situación de sequía que sufrimos. El campo onubense se movilizó en Sevilla el 1 de febrero, por la amenaza de la falta de lluvia, en demanda de esas obras que, concluidas, elevarían las reservas para afrontar la escasez en periodos como el actual. Luego la propia naturaleza dio una tregua suficiente para salvar la campaña. Aunque se mira ya de reojo a la siguiente.
La necesidad de abrir nuevos convenios con terceros países para la contratación en origen de mano de obra es otro de los temas candentes. Una temporada de tantos meses y obligada estabilidad, como es la de los frutos rojos, hace que los productores vengan avisando del problema que se cierne sobre ellos para las campañas venideras.
La desinfección de suelos parece un tema ya resuelto tras la acción a tres bandas entre Gobierno, Junta de Andalucía y agricultores, que empezará a tomar cuerpo a la vuelta del verano. Pero quedan abiertos otros frentes, como la armonización de la legislación europea y la protección frente a terceros países, para salvaguardar y equilibrar la libre competencia, sin gravámenes extraordinarios a los propios productores españoles, en este caso onubenses. O, quizá más importante, la protección reputacional frente a las campañas de descrédito interesadas que parten tanto desde la propia España como desde el norte de Europa, de la que se benefician productores de terceros países donde la sostenibilidad ambiental y social de las berries dista mucho de la lograda con el paso de los años y los esfuerzos en Huelva.
Y en el fondo de todo está la gran necesidad de unión en el sector. Y de consenso en torno a él.
El Pacto por Doñana o la Mesa por las Infraestructuras son precedentes de éxito
En el acto inaugural del Congreso, el miércoles pasado, el presidente de Freshuelva, Francisco Gómez, como también hizo en La Noche de los Frutos Rojos, se refirió a todas estas cuestiones, entre otras más. Pero puso el énfasis en el consenso. La única vía para lograr objetivos. Especialmente cuando hay puntos de fricción entre diferentes partes. Visiones diversas que deben estar condenadas a confluir en un punto que satisfaga a todas las partes implicadas y que saque del inmovilismo cuestiones que deberían estar resueltas hace años.
Esa intervención del mandatario de Freshuelva desde el atril de la Casa Colón tuvo correspondencia en la del presidente de la Diputación, David Toscano. Ensalzado por sus propios opositores políticos por su carácter dialogante, conciliador y buscador, precisamente, del consenso, se detuvo en ese punto de la reflexión de Francisco Gómez y recordó que la institución provincial ha promovido una Mesa de las Infraestructuras para la confección de un documento que priorice infraestructuras demandadas en la provincia, entre las que están las hídricas. Después de algún desencuentro previo a la movilización del 9 de mayo pasado, los esfuerzos se han redoblado y en los próximos días se verá el resultado de esa voluntad conciliadora de todas las partes que les lleve a un punto de encuentro deseado por todos.
Y aunque las grandes obras del agua pendientes estén ahí recogidas, quizá sería conveniente, y mucho, que el campo en Huelva tuviera su propia Mesa de diálogo y trabajo, con amplia representación y una clara voluntad de dar soluciones a cuestiones candentes. Las infraestructuras hídricas son una de ellas, con la inacabada presa de Alcolea y el desdoble del túnel de San Silvestre sin comenzar como estandartes, pero también con espacio muy destacado para mano de obra, asentamientos, reputación o normativas.
Las diferencias políticas y de otro tipo se deben dejar a un lado; hay obligación de entenderse
El Acuerdo por Doñana, alcanzado entre Gobierno y Junta de Andalucía, y escenificado en noviembre pasado por Teresa Ribera y Juanma Moreno, es el mejor ejemplo. Tras un largo enfrentamiento público por la regularización de los regadíos excluidos del Plan de la Corona Norte, hubo voluntad para hablar, sentarse y negociar una salida válida para todos, cuando las diferencias parecían insalvables.
Ahora, con el mismo sector en el centro, merece la pena que todas las partes se abran al diálogo y se encuentre la manera de dar solución a un problema evidente. Y de nuevo la finalización de Alcolea debe ser la que encabece esa llamada al consenso. Es clave.
La Diputación ya ha dado muestras de su capacidad para propiciar ese escenario. Quizá esa mediación es una de las mejores funciones que se le pueden atribuir a una institución muy necesaria y con muchas tareas que poner en práctica para el desarrollo del territorio local.
En un sector que tanto aporta al PIB y al empleo provincial, queda ahora tomar la palabra a los productores y abonar el terreno para que florezca el consenso en torno a los frutos rojos. Dan igual las diferencias políticas y de otro tipo. Están condenados a entenderse. Porque es la verdadera solución para salir adelante y progresar. Y ya sabemos que Huelva lo necesita como esa lluvia que no llega.
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