La firma
Antonio Fernández Jurado
Sin tupidos velos
Crónicas levantiscas
Ni la muerte de Franco trajo la libertad, tal como se conmemorará este 2025, ni el consenso presidió las primeras legislaturas de la nueva democracia española, sino que se redujo al bieno 1977-1978, cuando se celebraron las primeras elecciones generales, se firmaron los Pactos de la Moncloa y se aprobó la Constitución. Fueron meses prodigiosos, qué duda cabe, pero no convendría mirar al pasado con una nostalgia ciega que nos haga olvidar que el mandato de Adolfo Suárez finalizó con una dimisión que tuvo como objetivo abortar la Operación Armada, una conspiración general que buscaba sacar al presidente electo de Moncloa y sustituirlo por un militar, Alfonso Armada, y que tuvo dos formulaciones, una constitucional y otra fuera de la ley. Poco consenso, pues.
El año 1975, el que se conmemora ahora, fue el de la enfermedad final del dictador, el de la flebitis y el de los partes del “equipo médico habitual” en lo que, lejos de ser una muerte en paz, fue una agonía radiada en la que su familia, el clan del Pardo, incurrió en lo que hoy llamaríamos un ensañamiento terapéutico mayúsculo.
La muerte de Franco era una condición indispensable para que la democracia volviese a España, pero ésta no regresó con el automatismo de un año que comienza. De hecho, el presidente del Gobierno que anunció su muerte, Carlos Arias Navarro, siguió medio año más sin que mostrase un interés real en transformar la dictadura en una democracia plena de nivel europeo.
Habría que esperar a 18 de noviembre de 1976, casi un año más tarde, a que las Cortes franquistas aprobasen la Ley para la Reforma Política, el artilugio diseñado por Torcuato Fernández Mirada e impulsado por Adolfo Suárez para transitar desde la legalidad del régimen a una democracia aún muy incierta, tanto es así que los partidos de la oposición, incluidos el PSOE y el PCE, aún no legalizados, pidieron no participar en el referéndum que la refrendó. Sin libertad no votes fue el lema clandestino que se pintó en muros y fachadas.
Sería en junio de 1977 cuando, formalmente, se inauguró el período democrático con la convocatoria de elecciones generales y libres, y sería a partir de entonces cuando Suárez se avino a negociar con la izquierda una Constitución muy distinta de la que los reformistas que venían del régimen habían pensado. Una Constitución virtuosa ésta de 1978 que, al final, fue de todos. 1978.
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