La ciudad y los días
Carlos Colón
Nunca estuvieron todos
Pues llegamos al primer viernes de diciembre y toca festivo. Tal día como hoy de 1978 se aprobó en referéndum la Constitución española. Me resisto a decir aprobamos porque a en aquel entonces mis padres ni se conocían, así que poco tuve que ver en aquel proceso, pero se acepta como un bien heredado. Un proceso largo, en su confección y puesta en marcha. Además de los meses de trabajo y debate parlamentario, el texto pasó en primera instancia el 31 de octubre de aquel año por la aprobación del Congreso de los Diputados y del Senado, el referido referéndum del 6 de diciembre, la firma del rey del 27 de diciembre y la definitiva entrada en vigor el 29 de diciembre al ser publicada en el Boletín Oficial del Estado. Es hermoso que de todas esas fechas se escogiera para conmemorar la de la votación popular, cuando diecisiete millones de españoles y españolas fueron convocados a las urnas y le ofrecieron su apoyo el 91,81%. Quizás había muchas ganas de democracia. Quizás la talla política era superior. Quizás. Los hechos ahí quedan, cada cual que haga sus análisis y conclusiones. En cuanto al texto de la Constitución, siempre me ha parecido bello, superior, cuidado al detalle, no en vano fue cincelado, entre otros, por el propio Camilo José Cela, a quien no por casualidad once años más tarde le concederían el Premio Nobel de Literatura.
En esta línea, como deformación profesional, cuando llegan estas efemérides me gusta pararme en las palabras, en su propia definición, en su raíz. Porque creo en ellas, en su capacidad de elevar una idea. En este caso, si acudimos al Diccionario de la Lengua Española (DLE), el de la RAE, el término constitución viene definido en su primera acepción de la siguiente manera: Acción y efecto de constituir o constituirse. Así que no queda otra que del sustantivo ir al verbo. Es decir, el objeto (constitución) viene de una acción: constituir. El diccionario define constituir como: 1. Formar, componer, ser. 2. Establecer, erigir, fundar. Esto es, una constitución es lo que nos forma, lo que nos compone, lo que somos, sobre lo que establecemos, erigimos y fundamos. Y todavía nos da el DLE otro dato más: Del latín, constituere. Una palabra con historia, viene de antaño la necesidad del ser humano de constituir. La misma voz latina que nos dará otro verbo: construir. Así que bienvenida la Constitución, la que nos hace, la que define nuestro ser, nos construye, sobre la que edificar, ésta enmendada o las sucesivas que vengan, pues el paso del tiempo no es indeleble.
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