
La colmena
Magdalena Trillo
¿Adiós a l verde?
Paisaje urbano
Auno le merecen más respeto los políticos cuanto más cerca están de los ciudadanos. No debe ser fácil tomar decisiones a diario sabiendo que en cualquier momento cualquiera puede abordarte para echarte en cara lo sucia que está su calle, lo feo de aquellos adoquines o el tiempo de espera para coger el autobús. Nada que ver con la discreta vida del diputado de provincias en Madrid. Su cafelito en el coqueto bar del Congreso, su papel de soft hooligan en las encendidas sesiones de los miércoles, sus almuerzos muy cool en el reservado de Lhardy o, ya sin corbata, la copita de vuelta en el vagón de primera del AVE.
Se cumplen ahora cinco años del Covid-19, aquella pandemia que de alguna forma marcó un antes y un después en nuestra forma de entender el mundo. Nunca nos sentimos tan vulnerables, y presa de esa debilidad (que también para nuestro primer mundo tuvo algo de cura de humildad) pareció aflorar un sentimiento compartido de unión ante la desgracia, focalizado en aquellos aplausos vespertinos de balcón. Y aparecieron nuestros políticos, a los que, como a todos, el aumento súbito de ingresos en los hospitales en apenas una semana cogió con el pie cambiado. Con las primeras medidas del confinamiento, surgieron las inevitables discrepancias entre administraciones, al tiempo que los oportunistas de siempre hacían el agosto en las (evitables) compras masivas de mascarillas por la vía de urgencia. ¿Estuvieron a la altura nuestros gobernantes con el presidente del Gobierno a la cabeza ante el desafío inaudito que se le venía encima? Con todos los matices que se quiera, yo tiendo a pensar que sí, que aquello era muy difícil de gobernar, por mucho que ahora, desde la tranquilidad que da la distancia, se pretenda convencer de lo contrario.
Por todo eso resulta grotesca la campaña a coro que algunos políticos del entorno de Moncloa han emprendido contra la presidenta de la Comunidad de Madrid, aprovechando la efeméride para bajarla de su pedestal (en el que anda subida, entre otras cosas, por su actuación ante la pandemia) a base de acusarla nada menos que de asesinato, lo que deja bien claro que las cosas desde entonces no sólo no han cambiado, como algunos ingenuos auguraban, sino que marchan por el mismo camino que antes. Aunque, eso sí, todavía hay políticos que pueden tomarse un café en un bar de barrio y son hasta ovacionados, mientras otros tienen que salir corriendo ocultos entre una nube de escoltas.
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