El balcón
Ignacio Martínez
Un anfitrión desnortado
Papas con choco
Sin borrascas con nombres llamativos a la vista, esta semana podemos catalogarla como intensa, cuanto menos, en lo concerniente a la actualidad política local. Especifico lo de política local, pues si miramos a la política nacional, de fango es de lo menos que podemos salir salpicados.
Y es que el miércoles disfrutamos con dos plenos municipales en los que, por cierto, y si no lo digo reviento, cada mes no puede estar moderado mejor por nadie que no sea mi amiga Pili. En el primero de los plenos se sometían a aprobación los presupuestos para el próximo año. Y pude seguirlo como si de una reunión de comunidad se tratase.
El vecino del Primero A, y actual presidente, certificaba que aquellos eran los presupuestos más altos de la historia, los más modernos y los de la gestión eficaz, y que les ba a dar hasta para poner un ascensor. ¡Con espejo y todo!
El vecino del Segundo B, y a día de hoy ya ex presidente, pensaba que aquellos eran los presupuestos del impuestazo, y fruto de una subida desproporcionada de impuestos y tasas al resto de vecinos.
Y el vecino del Quinto A, que no se habla ni con el vecino del Segundo ni con el del Primero –y que, para colmo, anda algo desconectado, ya que se encuentra en trámite de separación y pasando por una mala racha personal– opinaba que se trataban de los presupuestos del ladrillazo y la mentira.
En definitiva, mucho ruido, pero al final se acaba aprobando lo que quiere el presidente, que para eso es presidente.
Lo de presenciar los plenos cada día se me asemeja más a ciertos presentadores televisivos. Mientras observo la intervención de los populares, me recuerda a Pablo Motos; cuando interviene la tribuna socialista, lo enlazo a David Broncano… Pero es que es escuchar a Mónica Rosi y se me viene a la cabeza Susana Griso, y cuando lo hace mi querido Wences o María Zambrano se me vienen a la mente matices de Iker Jiménez o del Gran Wyoming.
Como quiera que sea, los presupuestos más altos de la historia o del siglo, tienen que traer de la mano la mayor de los riquezas de la historia hasta nuestra ciudad. Y el año que viene será entonces el tiempo en el que habrá que examinar la rentabilidad que le hemos dado a dichos presupuestos. Disfrutemos mientras tanto de este bonito tiempo, con una ciudad preciosa. Sin dudarlo, esa es la línea a seguir.
¡¡¡Vámono mi gente buenaayyy!!!
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