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EL AVE está más cerca de llegar a Huelva. Es lo que debemos pensar, y se debe deducir, del último paso dado por el Gobierno, con la resolución favorable de la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) al estudio informativo de 2018 para la línea de alta velocidad con Sevilla. No podemos decir que estamos más cerca que nunca porque hemos llegado al mismo punto que estábamos el 7 de agosto de 2008, más de 16 años atrás, cuando también en el BOE se publicó la DIA concedida a la conexión con Sevilla. Como sabemos, cinco años después caducó ese visado ambiental por no ejecutarse el proyecto y volvimos a la casilla de salida, que nos ha traído ahora, 11 años después, de nuevo hasta aquí.
Ahora cuesta pensar que vaya a ocurrir lo mismo. En un contexto de servicio ferroviario deplorable en Huelva, aún peor que aquellos años, y mientras la moderna red de alta velocidad se extiende por toda España, la necesidad y urgencia de esta inversión es indudable. Primero, por llegar tarde, ya con esta provincia en clara desventaja competitiva con el resto de España, y también por deber acompañar el desarrollo que afronta esta tierra en diferentes sectores necesitados de inversiones públicas. Aparte, la obligación de resarcir a la ciudadanía y el empresariado onubense de un agravio continuado, tras décadas de mucha palabrería y tramitaciones eternas, y muy pocas acciones efectivas.
Este sábado, por sorpresa, después de apuntarse ayer al lunes, fue publicada la DIA en el Boletín Oficial del Estado, como ya anunció el día antes el ministro de Transportes. Hasta este viernes, cuando Óscar Puente habló de nuevo de nuestro tren y se descolgó con esta gran e inesperada noticia, todo han sido incógnitas sobre los planes del Gobierno con la alta velocidad para Huelva.
Incluso la semana pasada, con el comisionado del Gobierno para el Corredor Atlántico de visita aquí, poco se aclaró: más que reiterar lo ya avanzado en marzo por el ministro de esa voluntad de acortar tiempo de viaje en el tren actual de Huelva a Sevilla, por la ejecución de un tramo a mitad de recorrido, para que entre en servicio cuando antes. Se hablaba de mejora de servicio pero sin nombrar alta velocidad, más que posteriormente, cuando la referían para decir sólo para asegurar que no se renunciaría a ella para Huelva. Poca concreción, ideas vagas y sin explicaciones directas y profundas, como requiere la preocupación de los onubenses. De ahí que haya sido doblemente sorprendente esta resolución de la DIA y los avances con el documento en tramitación, nada improvisados pero quizá excesivamente opacos ante la ciudadanía.
Sólo la ejecución inmediata y seguida de las dos fases a Huelva hará bueno este anuncio
Ahora sabemos que aquel Estudio Informativo de la Línea de Alta Velocidad Sevilla-Huelva presentado el 30 de junio de 2020, en plena pandemia, al Ministerio para la Transición Ecológica no cayó en saco roto y siguió su tramitación. Que se pidieron nuevos informes ambientales y estos necesitaron su tiempo por tener que analizar posibles impactos el medio durante temporadas completas. Y que ahora, con toda la información recabada, salvados los riesgos de afección en varias zonas, y aun teniendo que incorporar algunas medidas correctoras, como cualquier otro proyecto de esta envergadura, la línea de alta velocidad entre Huelva y Sevilla ya tiene definido su trazado y en principio no hay ningún impedimento más para que se ejecute.
Con este nuevo escenario, ¿qué debería ocurrir? Lo inmediato, por lógica, realizar las necesarias modificaciones en el estudio, según marca la DIA para el trazado seleccionado, y sacar a licitación la redacción del proyecto.
Con buena voluntad política y máxima diligencia administrativa, sin dejar de darle prioridad, puede que estemos hablando del primer trimestre de 2025, quizá antes del próximo verano. Y luego, encadenada, la licitación de las obras de esos 47 kilómetros de la primera fase, entre Sevilla y Villalba del Alcor, incluyendo conexión e intercambiador con la línea convencional actual.
Una vez ejecutado y puesto en servicio ese primer avance de la línea –se intuye, no antes de 2028– deberían licitarse las obras de la segunda fase, hasta Huelva, y que se ejecuten, igualmente, sin más esperas. El propio estudio informativo lo contempla así para compatibilizar las obras con la continuidad del servicio de trenes, sin necesidad de suspenderlo.
Es posible hacerlo y, en cualquier caso, tampoco debería estar condicionado a la continuación de la línea hasta Portugal, en la que podría ser una tercera fase, posterior, o paralela, a la llegada del AVE desde Sevilla. Porque la alta velocidad para Huelva es una inversión urgente, más allá de la idoneidad de la conexión con Faro, que debe ser estratégica para la Unión Europea y ambos países.
La Cumbre que se celebra en Faro dentro de 10 días debe ayudar a despejar el futuro de esa línea internacional, y seguramente tendrá en parte reflejo en el proyecto de Huelva, aunque nunca para que sea un freno y un retraso de la conexión interior con Sevilla y el resto de España.
Hay mucho por conocer todavía. Plantear desde fuera cómo va a ser la ejecución de la alta velocidad a la provincia de Huelva es pura suposición con los datos que tenemos. Por eso el Gobierno, con el ministro Óscar Puente, debería venir a Huelva tras la Cumbre y aclarar su futuro ferroviario como no ha hecho hasta ahora.
Esa falta de información sobre el proyecto, que ahora ha resuelto en parte la publicación de la concesión de la DIA, debe ser solventada con respuestas claras y compromisos firmes que hagan buena de verdad una noticia como la de este fin de semana. Y con la premisa de que los onubenses no nos vamos a conformar con una solución intermedia mientras aguardamos durante una década a que las vías de la modernidad se adentren totalmente en territorio onubense hasta la capital.
Nadie recordará ya que no tuvimos autovía hasta 1990 y que la A-49 antes sólo empezaba en Chucena
Los más jóvenes ni lo sabrán, y muchos mayores ni se acordarán ya, pero hasta 1990 no tuvo su primera autovía esta provincia, para conectarla precisamente con Sevilla. Durante diez años, sólo había una carretera de doble carril a medias, que empezaba en Chucena, a un par de kilómetros del límite provincial. Era un corte demasiado gráfico entre el mundo rural y el urbano, el estancamiento y el progreso, que ahora amenaza con repetirse con la alta velocidad y la ejecución de esos 47 kilómetros desde Sevilla.
Confiemos, entonces, en las explicaciones que ofrezca el Gobierno y su compromiso a evitar cualquier pausa. Un compromiso de Estado que debe ser asumido también por ministros y presidentes posteriores, de igual o diferentes partidos, entendiendo que esta inversión por un medio de transporte puntero para Huelva es una apuesta de futuro estratégica para el desarrollo económico de esta provincia y para la generación de riqueza para Andalucía y España.
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