Decepciones

27 de febrero 2025 - 03:05

Decepción tras decepción, miremos hacia fuera o hacia dentro. Penosa, vergonzosa decepción europea. Para los que tanto confían o confiaban en la Comunidad Europea, la cumbre celebrada en París hace unos días, en la que los mandatarios europeos exigían una paz duradera en Ucrania y rechazaban enviar tropas, evidenciaba una vez más su debilidad, sus lamentables diferencias de criterio y su falta de convicción. Como acertadamente se afirmaba en uno de los editoriales de nuestro periódico, la Comunidad volvía a demostrar: “su incapacidad para tener una voz propia en el convulso escenario geopolítico mundial que se está dibujando tras la llegada de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos”

Era inevitable recordar otras dos decepciones históricas: Yalta y Potsdam, cuando en las postrimerías de la II Guerra Mundial, los países occidentales, postergados en los acuerdos, sucumbieron a la debilidad norteamericana, capitaneada por el incauto general Eisenhower y en contra de la opinión de Patton, avizorando anticipadamente lo que fatalmente se cumplió: tras ayudarle con abundante material bélico en la conflagración y cederle un inmenso territorio en el que el sanguinario Stalin – uno de los más grandes asesinos de la Historia - instituyó su implacable y demoledora Unión Soviética, su tiranía criminal y totalitaria. En aquella ocasión las dos grandes potencias, la soviética no lo era tanto, como después pudimos comprobar, postergaron a las legítimas democracias occidentales e impusieron su inexorable hegemonía a lo largo de una oprobiosa “guerra fría”, llena de incertidumbres y sobresaltos.

La Historia se repite con una guerra vigente, cuando el pueblo ucraniano, invadido y asediado por los rusos, se debate en un cruce de abandonos y amenazas, todo lo cual se acentúa gravemente con siniestras perspectivas y las disparatadas decisiones de Trump – un mercader agresivo y soez -, en otras más de sus muchas mentiras y desvaríos, alentadas por muchos, entre ellos Abascal, en uno más de sus erróneos y erráticos discursos, acusando “a la UE y España de pagarle la guerra a Putin”, lo cual resulta absolutamente impresentable.

Pero si contemplamos el marasmo político ahogado en la polarización y en el enfrentamiento fomentado por el gobierno, la humillante mendicidad de apoyos al prepotente Puigdemont, a quien hay que consultar para conocer los destinos del país, según Felipe González, la decepción es también mayúscula, por la falta de gobernación política e inane gestión económica soslayados con un continuo insulto a la oposición, un discurso sincronizado, repetitivo y absurdo, calificando de bulo todo cuanto resulta adverso a sus intereses y para colmo una infamante y tramposa condonación de la deuda autonómica con el dinero de todos los españoles para que Sánchez siga gobernando.

Y el expresidente andaluz Chaves acusando a Juanma Moreno de “apropiarse de nuestra gestión de 30 años”. ¿No será un chiste?

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