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Ignacio Martínez
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Dos pueblos de la provincia de Huelva: Ayamonte y Santa Olalla del Cala, se han adherido, igual que otros 300 ayuntamientos españoles, a una interesante iniciativa que está intentando abrirse paso en la agenda política, local, nacional e internacional. Se trata de la creación de la “Defensoría de las generaciones futuras”, una figura que vele por las condiciones de vida que dispondrán las generaciones que aún no han nacido, construyendo puentes intergeneracionales e interterritoriales, esto es, inculcando el principio de que lo que nos pasa como humanidad, nos implica a todos, da igual donde o cuando hayamos nacido.
Tenemos enorme tendencia a valorar el pasado y la agenda política cuida mucho al votante mayor, pero no existe el mismo interés por tomar las medidas hoy que faciliten el bienestar de los que vendrán, esos que, o no están en edad de votar, o ni siquiera han nacido. Pero más allá de mirar por nuestros hijos y pensar qué futuro les espera, si van a soportar los terribles vaticinios que augura el calentamiento global, o un mundo con cada vez menor población y mayor desigualdad, con la incertidumbre del desarrollo tecnológico, de las relaciones emocionales y afectivas o de los deseos de guerra o conquista de las naciones. Hay muchas frases al respecto, del tipo “la Tierra no es una herencia de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos”. Pero lo cierto es que la mentalidad que predomina en el momento actual, tan anclada al presente, es otra bastante bien resumida en esta frase, más prosaica: “el que venga detrás que arree”.
Por eso es importante que esa figura del Defensor de las generaciones futuras nos conciencie, y, lo más importante, nos ponga a trabajar ya, aquí y ahora, para que las proyecciones existentes se tornen en oportunidades de mejora, sobre todo en lo relativo al Medioambiente (confío en la enorme capacidad de la Naturaleza para regenerarse a poco que le den la mínima oportunidad) y en la trasmisión de un mensaje de concordia entre los pueblos, que nos una en lo realmente importante. No conozco ningún país, cultura, religión o territorio que no quiera lo mejor para sus hijos e hijas, que los cuide y defienda. Dejarle a nuestra descendencia una Tierra mejor, ese es un punto que tenemos todos en común. Resulta obvio, pero parece ser que nos lo tienen que recordar, por eso la “Defensoría de las generaciones futuras” es necesaria y bienvenida.
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